martes, marzo 31, 2020

Rodolfo Serrano

Bendita sea la hora
Obediente y callado me tomo mis seis píldoras.
Ojeo las noticias. Desayuno sin ganas.
Me asomo a los balcones. Recuento los amigos.
Y, luego, busco un verso para seguir viviendo.

Una frase cualquiera, leída en cualquier libro
me trae los viejos días que hoy parecen hermosos.
Ya está el dolor perdido en un turbio pasado
del que solo guardamos los instantes más bellos.

Es tiempo de nostalgias y de frío en la casa.
Ni siquiera deseo una copa de vino.
No hay soledad peor que beber sin amigos,
y el vino que emborracha es aquel que se bebe
cuando estamos más solos.

Bendita sea la hora en que los días tienen
ese gusto del tiempo que se quedó colgado
en la palabra amada, en la amada añoranza
de todas las mujeres que bebieron conmigo.


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