Encuentro
Ese rostro me trae
recuerdos del pasado.
Se me acerca,
lejano y tan extraño, ya no es
el rostro aquel que me mataba
en las tardes de alcohol, hace mil años.
El tiempo nos deshace
la carne y embellece el recuerdo.
Esos labios, Dios mío, donde beber la vida,
la luz de aquellos ojos,
aquella piel de lluvia.
Y el pobre cuerpo mío
vencido ya y enfermo
que se yergue un instante en un esfuerzo inútil.
Al cruzarnos, alguno de los dos se detiene,
y mentimos, felices de habernos conocido.
Ella dice sonriendo que no he cambiado nada.
Yo le contesto, amable,
que está tan guapa y joven
como lo ha estado siempre.
Hablamos de pavadas, de lejanos amigos.
Prometemos llamarnos y con cualquier pretexto
-un compromiso previo, una cita-,nos vamos
educados y tristes, sin volver la cabeza.
domingo, septiembre 06, 2020
Rodolfo Serrano
Publicadas por Romano a la/s 8:57 a.m.
Etiquetas: Rodolfo Serrano
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