miércoles, diciembre 16, 2020

María Guivernau

 CASI VACÍA

Tenía
el corazón cosido
con hilo muy fino,
los ojos pintados
con sombra de dudas,
la boca hambrienta de sonrisas.
Manchaba de tinta
exprimida de sus entrañas
cada hoja en blanco
con la que tropezaba,
garabateando todos los suspiros
que se abrían paso
a través de sus pulmones,
de noche no conciliaba el sueño,
por bailarle a la luna.
Le dolieron las alas
al volver a desplegarlas
para sobrevolar el miedo,
sus pies dejaron de tocar el suelo
para evitar los obstáculos.
Sin caricias, sin promesas.
Sola.
Casi vacía.
Y casi libre.



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