VIERNES
Es de noche y es viernes, según dice la radio
porque ya no distingo los viernes de los lunes,
y el domingo se nota porque llaman a misa
las campanas en lo alto de la torre.
Es viernes, sin embargo
permanece cerrado el bar de enfrente,
el que antes se llamaba “BAR DER TROYA”
mas se han caído las letras del rótulo brillante
porque ya no arde nada,
ni los sensuales cuerpos caribeños
al son de sus bachatas y sus cumbias
ni la luz diminuta de un triste cigarrillo
de un pobre fumador enamorado
que saliera a la puerta de la noche.
Mis hijos, preocupados, me aconsejan
-mámá, no se te ocurra moverte para nada
que está muy mal la cosa. Yo les digo -tranquilos,
que yo me quedo aquí, incontaminada,
limpia de cualquier polvo –¡más quisiera!-
limpia de cualquier beso
o de cualquier abrazo peligroso.
Tengo el armario lleno
de ropa que compré pensando en verte,
pensando en estar guapa en ese día
que íbamos a arañar un par de horas
a este invierno maldito que nos mata.
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