Sueño a veces con aquel viaje por La Pampa
Sueño en tierras lejanas, en espacios inmensos
donde empieza la vida y las hierbas son altas.
Con mares como mundos, de inmensidad oscura,
y pájaros que cruzan por el azul del cielo.
Sueño con aquel viaje, sueño con una tierra
de llanura infinita, de larguísimas noches
y esos pueblos pequeños que no están en los mapas,
olvidados de Dios y de la geografía.
Recorro carreteras y caminos abiertos,
me siento algún momento junto al altar pagano
de ese Gauchito Gil que nos cuida en la ruta,
y pido que nos guarde del dolor y el olvido.
Y en el silencio inmenso de la llanura sueño
contigo como eras en el pasado invierno,
tu bufanda de cuadros y tu risa de agua.
(Fumar un cigarrillo después de tantos años).
Y respiro aquel aire mientras, ya muy lejanos,
horizontes de niebla me guardan la memoria.
Y encontrarme después con un mar deslumbrante,
el mar de la nostalgia de los amores viejos.
Entonces, el recuerdo. El deseo infinito
de quedarte varado en la playa sin nombre,
como vieja ballena, ya cumplidos tus sueños,
igual que Moby Dick vencida y victoriosa.
Y, sin embargo, siempre y contra toda esperanza,
vivir, vivir, vivir, mientras haya un aliento
de vida por mi sangre. Lo mismo que una rama
que rompe fieramente la nieve que la cubre.
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