domingo, septiembre 12, 2021

Un año sin Carbonell

 Un año sin Carbonell

Su familia y sus amigos más cercanos recuerdan al cantautor en el primer aniversario de su muerte. Su voz, una de las más emblemáticas de la canción popular aragonesa, se apagó a consecuencia del virus

Hace justo un año, la voz poética e irónica de Joaquín Carbonell se apagó para siempre. El cantautor turolense, que formó junto a José Antonio Labordeta y La Bullonera el triunvirato más destacado de la denominada canción popular aragonesa, falleció el 12 de septiembre de 2020 a causa de una neumonía provocada por el coronavirus. Su muerte dejó un hueco enorme en el tejido cultural de la comunidad, que, como aseguran sus amigos, ahora es «mucho menos divertido». 

Como sucede a veces en Aragón –quizá más de lo que sería recomendable–, su figura se ha reivindicado en este último año, concediéndole la importancia que tuvo realmente (además de cantante, fue periodista, poeta y narrador). La pandemia, que se lo llevó demasiado pronto, ha seguido haciendo de las suyas y ha obligado a demorar mucho en el tiempo «el homenaje que Carbonell se merece». Al final tendrá lugar el 21 de septiembre en la sala Mozart con la participación de artistas como Serrat, Ismael Serrano o Loquillo. Alloza, su localidad natal, le rendirá este domingo un tributo más íntimo.

«Lo que lamentamos es que no lo pueda ver él, pero qué se le va a hacer. A veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos», señala su hijo, Alejandro Carbonell. En este mismo sentido se manifiestan los amigos y músicos que más le acompañaron durante sus últimos años, quienes consideran que el de Alloza era «un referente cultural de primer orden». «A excepción de la Medalla al Mérito Cultural que la DGA le entregó en 2019, siempre he pensado que no estaba lo suficientemente valorado», comenta Roberto Artigas, que compartió muchos escenarios y carreteras con Carbonell con el proyecto musical Los tres norteamericanos. Además de su escudero sobre las tablas, Artigas era gran amigo de Carbonell y su tabernero durante muchos años en Vinos Chueca, el bar que regenta en el centro de Casetas. «En mi opinión, Joaquín tenía la voz más templada de la música aragonesa; su afinación y su timbre eran sobrenaturales», apunta. Nota aquí.



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