Volver, no es sólo un tango
Volver una vez más a donde un día
fui feliz o lloré o a donde tuve
algún amor canalla o unos besos
suaves como la luz de los otoños.
Volver una vez más a las ciudades
que acogieron mi cuerpo y mi tristeza.
Volver a aquellos bares del olvido,
a la copa de hastío y soledades,
al rincón más oscuro de tu nombre.
Dios mío, si pudiera una vez, una vez solo,
volver al viejo tiempo de nosotros,
al barrio de los años en que éramos
bendita sal del mundo conocido,
juventud luminosa, piel caliente.
Volver una vez más a todo aquello
antes de que la vida me arrebate
la pasión, el deseo y esas ansias
de luchar fieramente, ya perdidas.
Mas yo no he de volver. Están muy lejos
ciudades y nombres y lugares.
Las mujeres que amé, turbios tugurios
de las noches infames, la escapada
a moteles inhóspitos sin nombre.
Lo sé, no he de volver, está ya el tiempo
tachado de mi viejo calendario.
Y espero, en este olor a medicinas,
en la desolación de fiebre y miedo,
el sueño que me acoja en tu memoria.
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