Franco Luciani presenta su disco "Frutos del país"
En un álbum que destila criollismo por donde se lo escuche, el músico aborda clásicos del acervo folklórico, y canciones e instrumentales propios.
Franco Luciani trae al presente una denominación que usaban viajeros extranjeros del siglo XIX para referirse a artesanías vernáculas: Frutos del país. Forasteros franceses e ingleses se referían así a utensillos de todo tipo que solo se veían en las pulperías de frontera, en la naciente Argentina. “Eran productos muy representativos de nuestra tierra. Solo estaban aquí, por eso me gustó”, cuenta el armoniquista que, porque le gustó pues, lo convirtió literalmente en el título de su nuevo disco. “Claro que en mi caso lo hago extensivo a nuestra cultura, a nuestros ritmos, a nuestros colores culturales y musicales. Y en este caso, no solo a los ritmos y la música sino también a sus creadores, sus intérpretes y su gente, porque todos son frutos del país”.
El flamante y undécimo trabajo del músico rosarino, publicado por Acqua Records, tendrá sus estrenos en vivo este sábado 15 de julio a las 20.30 en el Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 875), y el sábado 22 en Galpón 11, ubicado en Estévez Boero 980, Rosario. Horneado casi a una toma también por el contrabajista Pablo Motta, el guitarrista Leonardo Andersen y el percusionista Bruno Resino, el disco hace honor a su nombre: destila criollismo por donde se lo escuche. Tanto en clásicos del acervo folklórico argento (“Chacarera del polear”, “La Yacu Chiri” o “Juntito al fogón”, entre ellas), como en piezas suyas que tal vez huelan a clásico cuando pasen los años: un bailecito llamado “Brasitas”, cuya autoría Luciani comparte con el poeta Oscar “Chico” Décima, y un gato instrumental de nombre “Gatónica”, en alusión a la sinergia semántica entre el género musical y la armónica diatónica con que Luciani lo ejecuta.
“Una de las razones por las que opté por la diatónica es porque se trata de un instrumento que no tocaba en mis discos desde hacía muchos años. Tengo que remontarme a mi primer trabajo (Armusa, 2002), donde la utilicé casualmente también para tocar un gato”, cuenta el músico. Otra de las razones hay que rastrearla en la afinación especial de la diatónica, que le permitió al inquieto Luciani montar un gato criollo sobre el sonido blusero que produce tal armónica. “Igual, la cromática es mi instrumento principal, no solo por su sonido sino también por la posibilidad de octavar y armonizar, siempre con la libertad melódica que permite. La armónica cromática es el canal ideal para decir lo que siento. Es un pequeño gran instrumento, diría, que en este caso me permitió encarar un enfoque regional basado chacareras, zambas, gatos, escondidos y bailecitos”. Nota aquí.
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