sábado, noviembre 16, 2024

Quim Vila

 “El cambio climático traerá cada vez más escasez de grandes vinos en todo el mundo”

En sus tiendas vende vinos pequeños para grandes clientelas y grandes vinos para clientelas pequeñas. En su nave de Esparreguera (Barcelona) almacena más de un millón de botellas que distribuye por toda España. El fundador de Vila Viniteca, una de las firmas más prestigiosas del negocio vitivinícola, es además un coleccionista de arte obsesionado por la imagen de su producto.

Vila Viniteca no es solo una museística tienda de vinos y viandas en el Born barcelonés fundada en 1932 (y en cuyo sótano transcurre esta conversación), otra en plena Diagonal y otra en el barrio de Salamanca de Madrid, sino también una nave con más de un millón de botellas en Esparreguera (a 40 minutos de la capital catalana) desde donde se distribuyen más de 11.000 referencias de todo el mundo a tiendas y restaurantes de España y el extranjero. Y también multitud de vinos producidos en colaboración con bodegueros de toda España (Cataluña, Rueda, Rias Baixas, Ribeira Sacra, Castilla y León, Rioja, Yecla, Madrid…). Y es sobre todo la energía sin desmayo de su fundador, el empresario vitivinícola Quim Vila (Barcelona, 61 años), un tifón de ideas e iniciativas a quien palabras como “conformismo” y “ortodoxia” suelen provocarle urticaria.

Entre esas iniciativas, englobadas en lo que él llama más allá de “el vino” “la cultura del vino”, figuró la puesta en marcha, hace ya 33 años, de una valiosa colección de arte y cómic contemporáneos cuyas obras, temporada tras temporada, se van incorporando e ilustrando el catálogo de productos de la casa. Javier Mariscal, Frederic Amat, Eduardo Arroyo, Luis Gordillo, Milo Manara, Moebius, Antonio López, Francisco Ibáñez, Juan Genovés, Perejaume, Jaume Plensa y Miquel Barceló son solo algunos de los nombres ilustres que integran la colección de Vila Viniteca. La puesta en relación del vino y las artes plásticas no es, desde luego, nueva: solo hay que contemplar el tesoro de Château Mouton Rothschild, una de las leyendas vinícolas de Burdeos, y sus históricas etiquetas firmadas por Picasso, Dalí, Chagall, Miró, Cocteau, Kandinsky o Bacon, inspiración directa —salvando las distancias, claro— para esta colección de Quim Vila, que montará una gran exposición dentro de ocho años para conmemorar los 100 años de la fundación de la firma por parte de su abuelo. Vila recibió recientemente el premio ADG Laus Empresas y Entidades 2024 “por la sensibilidad, la integración y el reconocimiento del diseño en general, y el diseño gráfico en particular, como parte fundamental de su proyecto”.

¿Qué hay en una copa de vino?

Vino. ¿Y qué es el vino? Una bebida que antiguamente era un alimento y hoy, más que eso, aunque también, es una bebida que nos da placer. Y si hablamos de un vino bueno, lo que hay dentro es un paisaje y unas personas, y un clima, y un suelo, o sea todo eso que en Francia llaman terroir y que no alude solo a lo físico, sino a un entorno, a un contexto histórico —algo muy importante— y a una gente.

No es seguro que el común de los mortales piense en todo eso cuando bebe un vino.

Bueno, tenemos que desacralizar el vino, no es necesario pedir permiso cuando lo vamos a beber ni tener que ponernos serios o graves. El vino puede ser una bebida incluso refrescante, en días de calor, agradable, frío, en una conversación, sentados en una terraza, sin tener que preguntarnos dónde, cómo y por quién ha sido elaborado. Ahora, si hablamos del gran vino, es otro contexto, es otra cosa. Nota aquí.



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