En la escuela de Alexis Díaz Pimienta
Soy humilde decimero
que comparece, oposita
a vivir pues necesita,
como hacía aquel pascuero
que recorría la Pampa,
perfilando con su estampa
un retrato sapiencial.
Ya sabemos que al final
llueve pero siempre escampa.
Sé que Alexis va primero,
porque guarda en su cabeza,
por una extraña rareza,
ese imgenio decimero
que nos toma el delantero
y nos saca de la pista,
hasta perderlo de vista
corriendo detrás de él.
Nos suben el arancel
hasta en la clase turista.
Y nos deja entre dos velas,
al final del recorrido,
que tú vas y el ha venido
con un montón de espinelas.
Y te esfuerzas y te encelas
por ver si logras llegar
a su ritmo de rimar
en la improvisación.
Y no aprendes la lección.
Otra vez, vuelta a empezar.
Al final, es lo que cuenta,
tras multiplicar ensayos,
tras fatigas y desmayos,
algo de sal y pimienta,
logras una poca renta
para aprobar el examen.
Al final viene el dictamen,
un aprobado escasito
y repites, despacito,
si no es conforme, reclamen.
0 comentarios:
Publicar un comentario