miércoles, agosto 13, 2025

Joaquín Furriel

"Cuando acerco un proyecto, pienso en qué puede hacerle bien al teatro"

El reconocido actor vuelve a habitar el escenario con un rol nuevo: además de intérprete, asume el trabajo de productor. En La verdadera historia de Ricardo III comparte proyecto con un director español de renombre y un elenco potente. El desafío de la obra, el ritual único de la representación y cómo, en tiempos complicados para la cultura, apuesta a hacer ruido desde un texto son algunos de los temas que aborda en esta entrevista.

Joaquín Furriel es un animal de teatro. Cada noche que se presenta con La verdadera historia de Ricardo III, en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín de Buenos Aires, lo vemos dejar todo. En esta obra se unen sus pasiones más profundas: el teatro, Shakespeare y, por primera vez, la producción.Furriel asume el rol de productor con todo lo que implica, trabajando codo a codo con el director español Calixto Bieito, quien sorprende con una puesta disruptiva que exige un espectador tan atento como el grupo de actores que representan los demonios y el infierno en escena. Sobre este proyecto y el momento cultural que atraviesa el país, conversamos con el actor, que en breve estrenará la serie El refugio atómico en Netflix.

–¿Qué significa para vos volver al San Martín y con esta obra?

–Es la primera vez que me involucro como productor artístico. Fue clave lograr que Calixto pudiera venir a dirigir a Buenos Aires, porque está en su mejor momento y trabaja en los teatros más importantes de Europa. Me gustó volver al San Martín después de algunos años en los que estuve enfocado en lo audiovisual y viví afuera. Volví a casa con los tiempos del teatro, esa territorialidad que te da el escenario. En cine y series estás en constante movimiento. Acá, de miércoles a domingo, venís antes de la función, hacés todo el ritual. El vínculo con tus compañeros en teatro es difícil de encontrar en otro lado.

–¿Ni siquiera en la televisión de antes?

–Parecido, pero no. En el teatro la energía entre el escenario y la platea es directa. Cuando hay una cámara, siempre hay un intermediario. Acá no.

–Y además ya no sos dueño de lo que finalmente se ve.

–Exacto. El cine es del director; la serie, del productor, y el teatro es del actor. Tenés tu velocidad, tu forma de llegar. Me gustan estas obras porque son tan exigentes que no hay espacio para el ego o el narcisismo. Cuando algo es difícil, todos trabajan mejor. Cuando las cosas se hacen de taquito, muchas veces aparecen energías poco seductoras. Con un director como Calixto estamos rebotando para todos lados.

–¿Y cómo te afecta ese nuevo rol como productor? ¿Se puede separar?

–Sí, me disocio bien. Por supuesto que hay días en que las cosas no salen como uno quiere, pero confío en el trabajo en equipo. Cuando entro a ensayar, me meto de lleno en el personaje. Todo lo demás queda afuera. Estoy muy involucrado en lo que quiero que suceda con la obra, y siento mucho apoyo del Ministerio de Cultura y del Teatro. Hace ocho años que Calixto no dirigía Shakespeare. Varios teatros importantes de Europa ya quieren programarla. Que el San Martín, que es nuestra lengua argentina, vuelva a ocupar un lugar de privilegio allá era uno de mis objetivos. Nota aquí.



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