viernes, diciembre 06, 2024

Rosa Montero

 De feria en feria siguiendo los pasos de Rosa Montero

Los seguidores de los superventas confieren aires de conciertos de rock al gran zócalo de Guadalajara.

La idea de no volver a verla es tan ridícula para muchos, que rastrean sus movimientos como perros de presa. Raúl se acercó a ella por primera vez en Madrid, en 2006, y le extendió el libro para que se lo firmara: Historia del Rey Transparente. El hombre ha viajado de nuevo desde Pachuca (Hidalgo) hasta Guadalajara (Jalisco) para que Rosa Montero le firme otro título. Si una lectura te saca las lágrimas bien merece atravesar tres Estados. La pluma de la española también hizo llorar a Carlos, y ahí está, haciendo cola en la FIL con su libro bajo el brazo para que Montero le dedique unas letras y las selle estampando una pegatina infantil, como acostumbra. Aldo lleva una hora y pico esperando a que esa mujer que recorre el duelo en sus páginas haga unos garabatos sobre las primeras en blanco de uno de esos libros que le sirven para sus pacientes de psiquiatría. Claudia ha pasado tres horas con la misma idea en la cabeza que los demás, acercarse a Montero para que le firme el primer libro que va a leer de ella: “Me la han recomendado mucho”. De modo que la autora tiene seguidores en la cantera.

La madrileña sale del hotel con energía mañanera y son las seis de la tarde. Le va a hacer falta. Cruza la carretera entre los coches semidetenidos pendiente del fotógrafo que la sigue, de la persona que se atraviesa, pendiente siempre. A la hora convenida está sentada en su pupitre como si el día no hubiera tenido reloj hasta ese momento. El espacio dispuesto es blanco y aséptico, casi un consultorio médico. Que pase el siguiente. Y la fila que da la vuelta al ring donde han colocado a la autora se tiene que doblar sobre sí misma para no interferir el tránsito en los pasillos de la feria. México ama a Rosa Montero y ella devuelve besos, sonrisas y caras para la foto, las que quieran. Y otra pegatina alegre sobre sus palabras. No crean que todos los que firman libros despliegan para la ocasión tan buen carácter. Les pasa a los cantantes en los conciertos, unos tan simpáticos y otros que no abandonan la cara de pepino. Nota aquí.



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