SER FELIZ
“Tengo setenta años, durante cincuenta he sido el rey de la ciudad más hermosa del mundo. Por si le faltaba algo, construí Medina Azahara. Amé a la mujer más hermosa del mundo, Azahara. Fui feliz 14 días, no seguidos” (Abderramán III)
¿Y acaso alguien nos dijo que la felicidad
estaba a nuestro alcance?
Lo que nos prometieron era un valle de lágrimas,
si no recuerdo mal el catecismo,
y eso se cumplió al pie de la letra,
no nos engañó nadie.
¿A quién pedirle cuentas en la fecha que estamos?
Ser feliz no se mide ni siquiera por días,
se mide por instantes fugaces como estrellas,
por momentos que pasan sin apenas rozarnos
pero nos iluminan por un tiempo el camino
aun siendo conscientes de que vamos a ciegas.
Ser feliz no es posible si miramos más lejos
de nuestra propia casa -y ahora no me refiero
a tragedias remotas donde el dolor es carne,
esas cosas que ocurren desde que el mundo es mundo
y solo nos conmueven durante el telediario-
me refiero al dolor de la gente que amamos,
con la que compartimos algún bello espejismo,
la que en algún momento nos alegró la vida
solo por existir y decir nuestro nombre,
por habernos querido por un rato.
0 comentarios:
Publicar un comentario