Dios me puso en esta huella
y Dios me enseño a versiar.
Él me enseño a recordar
y a mirar pa´los costaos,
pero si me he equivocao,
la culpa es mía nomás.
Y a más le quiero aclarar
pa´su sentir y criterio
que aunque me larguen los perros
y me muerdan los garrones,
seguiré con mis razones
hasta el mismo cementerio.
Tal vez mi última morada
sea en algún nubarrón
o si consigo el perdón
y Dios me hace la gauchada,
en mis pampas fachinadas
dormirá mi corazón.
Y el día que clave la guampa
y mi cuerpo se agusane.
El día que se desgrane
la espiga de mi osamenta,
sólo Dios me hará la cuenta,
porque a él le entrego mis vales.
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