lunes, septiembre 19, 2022

Ana Montojo

 UN DÍA COMO HOY

Hoy hace treinta años de aquel sábado
que anunciaba el hermoso color de los otoños
pero llegó el invierno de repente.
Un tiempo que ha pasado
fugaz, vertiginosamente lento.
Déjame que te explique
la aparente incoherencia
que encierran mis palabras,
porque a veces han sido
tan largos, tan eternos
los días del dolor y de la lucha
que no me daba cuenta
de que el tiempo corría muy deprisa
y que al abrir los ojos cualquier amanecer
me diría el espejo que treinta años feroces
pasaron sin piedad sobre mi vida.
Mentiría si ahora te dijera
que me duele tu ausencia igual que entonces.
Mentiría, lo sabes, y no quiero mentirte.
Si hubiera sido así me habría muerto
poco tiempo después de tu partida.
Pero el tiempo, implacable
como el viento o las lluvias
que erosionan las rocas
y las cambian de forma,
ha pasado por mí y ha transformado
aquel dolor punzante, insoportable,
en un dulce recuerdo placentero
de tu voz y tu risa y tu manera,
tu sencilla manera de ponerme contenta.
Mira si será cierto lo que digo
que solo tu memoria me consuela
de toda la crueldad de los años siguientes.
Sabes que yo no rezo,
no tengo el asidero de la fe,
sin embargo te beso en tu foto de niño
y te pido las cosas
que pediría a dios si en él creyera.
Hoy volveré a Sigüenza
con un ramo de flores en la mano.
Creo que va a llover.


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