Kevin Johansen en el Gran Rex: establecer empatía desde el oficio de músico
El cantante alasqueño no precisó de trucos para mostrar que la propuesta del concierto iba a ser íntima: le bastó con su aguda sintonía con el contexto.
“Es un regalo hermoso estar tocando en Buenos Aires, mi casa, y en este gran living hermoso que es el Gran Rex”, afirmó Kevin Johansen en la noche del sábado, antes de embarcarse en el bis. Más allá de que es conocido el don del cantante para la elocuencia, la oración no es menor porque sintetizó lo que fue la presentación de su más reciente álbum, Tú ve, al menos en lo que se refiere a la intimidad del show. Aunque tampoco hubo otro rasgo, señal ni expresión que hiciera tan obvio ese propósito. Ahí radica lo fabuloso de su arte: establecer la empatía a partir del oficio del músico, a manera de guía. Tan milenario como complejo, inclusive hoy. Mientras muchos artistas se empeñan en llevar al escenario el bidet y la cocina para que graficar cada clima de la propuesta de espectáculo, el artista que hizo de su biculturalidad su identikit lo puede lograr sobre la base de una sintonía muy aguda con el contexto.
Al igual que sucede en todos sus recitales, Kevin se apoyó en su gente querida para llevar adelante su misiva. Esta vez le acompañaron sus hijas, Wiranda y Kim, al igual que varios músicos amigos de ayer y hoy. Si bien no se percibió del todo, la rareza fue que subió a escena sin The Nada. Estuvieron los integrantes de la banda en varios pasajes de la performance, pero no en un formato de ensamble permanente. Y es que, fiel al concepto de la propuesta de Tú ve, el show giró en torno a él y a su principal recurso: su voz. Por eso, en esta ocasión se hizo acompañar por el tándem conformado por Francisco Leiva (guitarra y teclados) y el uruguayo Pablo Bonilla (secuencias y percusiones), quienes se encargaron de conseguir el objetivo con la menor cantidad de recursos posibles. Sobre todo en el primer tramo del repertorio, que se apoyó en las canciones del flamante álbum. Nota aquí.
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