En peligro de extinción
Están ahí siempre.
Tan fieles y constantes
como esa tos perenne de viejo fumador.
con un empeño digno
de las mejores causas.
Y resisten,
impertérritos, inamovibles, firmes,
hasta hallar el momento inoportuno
de herirte,
aunque sea muy poquito,
un rasguño, tal vez, que les permita
mantener un rencor de cuyo origen
no saben, no contestan.
Satisfechos,
esperarán la próxima jugada.
Hay que cuidarles mucho.
Hay que tratarles
con un cierto respeto.
Lo mismo que si fueran
animales en peligro de extinción.
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