jueves, octubre 22, 2020

Rodolfo Serrano

 Llueve

Llueve. Dios mío, llueve dulcemente.
Está el árbol cargado de agua y agua.
En el asfalto brilla como plata
la lluvia. Rumor suave de automóviles.
Camino lentamente por la calle.
Dejo que caiga el agua por mi cuerpo.
Es un agua bendita y milagrosa
la que besa mi cara esta mañana.
El cielo es de un gris limpio. Goterones
de los tejados altos. En los charcos
la eternidad en círculos perfectos.
Húmeda paz. Tranquilidad de nubes.
La felicidad debe ser como esta lluvia,
el brillo de las calles, este aroma
de pájaros mojados... Y encontrarte
al volver, empapado, a nuestra casa.
(La foto es, como siempre, de mi amigo
Raul Cancio
. Dar un toque para verla en todo su esplendor)



0 comentarios: