Javier Martínez: prócer, poeta, alquimista del blues
A los ocho años vio a Gene Krupa en una película y su destino quedó decidido. Junto a Claudio Gabis y Alejandro Medina, encarnó en Manal una música que abrió senderos en el rock argentino.
Este sábado 4 de mayo, a las 15:30, falleció el legendario Javier Martínez. El músico se encontraba internado en el Instituto Médico de Alta Complejidad. El jueves pasado había ingresado a la Clínica Semed tras una caída domiciliaria. El cuadro se agravó y fue derivado al hospital del barrio de Almagro. El viernes su hermana, Dora Alicia Martínez Suárez, había comunicado a través de una red social que el compositor se encontraba “muy grave de salud”. En la tarde-noche del sábado fue ella quien confirmó el deceso. Junto al escueto comunicado dejó una frase del baterista: “Cuando uno no tiene más nada que decir, comienza el viaje de callar”.
Javier Martínez nació en la ciudad de Berazategui, provincia de Buenos Aires, el 18 de marzo de 1946. Con apenas ocho años, y luego de contemplar con asombro la participación de Gene Krupa en la película The Glenn Miller Story, decidió que quería ser baterista. Tres años después llegó a sus manos un 78 RPM de Little Richard, con las arrolladoras “Tutti Frutti” y “Long Tall Sally” y ya no hubo vuelta atrás. El jazz y el rock and roll lo habían embelesado. Solía escuchar programas radiales como Tangentes en jazz y Rock and Belfast, que lo acercaban a ese mundo fascinante. A los catorce, con una almohadilla de goma, un par de palillos, un redoblante y un platillo, se sumergía en el libro “Método para batería”, de Krupa, para conocer los secretos del instrumento.
El primer grupo profesional que integró fue Los Secuaces. El cuarteto, que interpretaba temas del rock anglosajón en castellano, se alzó con el segundo lugar en el Festival de los Desconocidos. El certamen, realizado en octubre de 1964 en el Estadio Luna Park, estaba organizado por el programa La Escala Musical. El premio obtenido consistió en apariciones en el popular ciclo televisivo y actuaciones en clubes de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Ese año, Martínez conoció La Cueva. En dicho reducto, ubicado en la Avenida Pueyrredón 1723, se topó, entre otros, con Mauricio “Moris” Birabent. Junto a él, durante el verano de 1965/66, concibió a Los Beatniks. El conjunto, cuyo repertorio mixturaba blues, rock y bolero, animaba las noches de Villa Gesell en el Juan Sebastián Bar. De regreso a la gran ciudad, se incorporó a Gaston’s Group. El trabajo con ellos le permitió comprar, a crédito en Casa América, una batería CAF.
El 5 de octubre de 1967, en la Sala del Centro de Experimentación Audiovisual del Instituto Torcuato Di Tella, se realizó el espectáculo Beat Beat Beatles. En el evento, que rendía tributo a los genios de Liverpool, participaron seis bandas. Entre ellas, Gaston’s Group y Bubblin’ Awe. Esta última tenía en sus filas a un guitarrista experto en blues, folk y jazz: Claudio Gabis. Era ni más ni menos que la persona que Martínez necesitaba. Meses más tarde, Javier lo invitó a sumarse a un proyecto inaudito para la época: armar un conjunto de blues en castellano. La música beat local (no existía aún el rótulo “rock argentino”) estaba dominada por agrupaciones (Los Shakers, Los Walkers y Los Mockers entre otros) que interpretaban temas en la lengua de Shakespeare. “Todos me decían que no se podía cantar en español porque el idioma sonaba mal y carecía de swing”, narró Martínez cuatro años atrás a este cronista. “En realidad tenían miedo de dar ese paso. Yo, en cambio, lo necesitaba como medio de expresión”, reflexionaba. Nota aquí.
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