¡Ah de la vida!
“¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
Francisco de Quevedo
Los días de la gloria, los instantes
más dulces de la vida y esas noches
en que el mundo era un sueño inacabable.
¡Ah de la vida! (Lo escribió el poeta).
Y sigue ese silencio frente al muro.
Esta muerte sin dios, sin adjetivos
y el tiempo derrotando la memoria.
Pasa todo muy lento. ¿O muy deprisa?
¿Hay algo más allá de nuestro viaje?
Nos salvará el recuerdo. En cada esquina
nos abrazan las sombras de los días.
Y pasa todo ya. Ni la añoranza
vendrá hasta nuestro encuentro. Solo quedan
migas, restos de todo lo vivido
ocultos en el alma y los bolsillos.
Para, después, mirar, buscar la noche,
recrear una voz -labios amados-,
una piel, el calor, un cuerpo, el mundo.
Un destello fugaz del paraíso.
(¡Ah de La vida! Y ver que se deshace
su nombre como arena entre los dedos)
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