Cafetines de Buenos Aires: La Nueva Varela, un lugar de Flores donde venden un alfajor de dimensiones inimaginables
Toti Arizmendi es el mejor vendedor de la zona de Flores. ¿Qué producto o servicios comercializa? Secretos del barrio. Desde hace años el Toti vive en Río Gallegos, Santa Cruz, donde construyó una familia que ya le regaló nietos. Pero el hombre es nacido y criado en la popular barriada de la Ciudad de Buenos Aires y está siempre al tanto de cada novedad que ocurra en sus calles.
“Nunca escribís sobre los cafés de Flores”, me reclama en persona o por WhatsApp luego de cada relato que sale publicado. Y tiene razón. Me pasa con Flores que me cuesta encontrar material para narrar. El barrio ha perdido prácticamente todo su rico patrimonio cafetero. Esa suele ser mi respuesta frente a sus planteos. El Toti refuta mi argumento y me dice que en un próximo viaje a Buenos Aires me va a llevar a caminar por los alrededores de la Plaza General Pueyrredón. Por lo pronto, sabedor de mi debilidad por los alfajores, me dijo: “En un café de Flores venden un alfajor muy parecido al Havanna pero que pesa medio kilo”.
Así fue que dio con el dato. En su última visita a la Capital el amigo Toti anduvo haciéndose algunos estudios médicos de rutina. Y como no podía ser de otro modo, sacó turno en el Hospital Piñero de Flores. Al terminar con los análisis caminó la cuadra y media que separa al sanatorio de la parroquia Santa Clara. Fue con la intención de orar por su salud. Entró y salió. Sólo hizo una breve persignación. Otro llamado celestial lo abdujo desde la Av. Varela y Zubiría. En esa esquina está la Cafetería y Panadería Nueva Varela. El café que produce el alfajor más grande de Buenos Aires.
Fui a conocer la Cafetería Nueva Varela en la semana más calurosa del verano. Con una sensación térmica de 43 grados jamás creí encontrar tanta gente en el lugar. La capacidad del lugar estaba a tope. ¿Cómo es posible que los porteños combatan el calor tomando café con leche con medialunas? La respuesta se encuentra detrás de las vitrinas que exhiben dulces y en las exquisitas facturas que los clientes eligen para llevar a sus mesas.
Pues es así, de eso se tratan las tradiciones y costumbres. En Buenos Aires el café es religión y tenemos un particular modo de comulgar sin importar lo que diga el termómetro. Después de detenerme ante cada una de las exquisiteces ofrecidas en la cafetería/panadería, como quien avanza por las naves laterales de un templo para deleitarse con sus vitrales, fui por lo importante.
¿Existe tal alfajor gigante según el dato del Toti? Sí, existe. ¿Es verdad que pesa medio kilo? Casi. Sorprendido por su tamaño, le pedí a Melina, la dueña y cajera de la cafetería, que lo pesara. La balanza acusó un peso de 415 gramos. Perdón por las matemáticas, pero no puedo evitar realizar una simple cuenta. Un alfajor común pesa 90 gramos.
Entonces 90 por 5 da 450, por lo tanto, ese famoso alfajor gigante equivale a 5 de los comunes. Es como comerse de un saque un alfajor marplatense más los dos lobos marinos de la Rambla.
Melina y Javier, su padre, tomaron el control de la Nueva Varela en 2019. El padre de Javier —y abuela de Melina— comenzó con el linaje familiar cuando tuvo una confitería en Ramos Mejía. Toda la familia echó raíces en el oeste del conurbano. Me cuenta Melina que la Cafetería y Panadería Nueva Varela tiene unos 40 años. Y que antes en la esquina funcionó una zapatería. Como el local ocupa la planta baja de una construcción que se emparenta en edad con las edificaciones vecinas, parece un café que hubiese acompañado a los vecinos de Flores toda la vida. Veamos. Nota aquí.
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