“Serrat es el número uno y Rosendo el Machado del rock”
El artista repasa la historia de la música española después de ser el que más álbumes (tres) colocó entre los diez primeros de la lista de Babelia ‘Los 50 mejores discos españoles del último medio siglo’
Sevilla. Barrio del Polígono San Pablo. Cielo encapotado, pero temperatura agradable. Jueves 3 de abril. Hoy hace 73 años nació Kiko Veneno en Figueres (Girona). A los tres años se trasladó con su familia a Cádiz y cuando él contaba nueve se mudaron al sevillano barrio de Nervión, cerca de donde estamos. Sale del taxi, saluda y dice de inmediato: “Vamos a tomar una cervecilla; venga, que es mi cumpleaños”. Nada más entrar en el bar, agarra su móvil y muestra al fotógrafo y al redactor su último descubrimiento: la Chirigota del Ukelele, una agrupación gaditana que compone “cuplés con tres palabras”. “Escucha, escucha. Qué maravilla…”, se deleita mientras sube el volumen de su móvil, con los camareros atentos.
Kiko contagia entusiasmo, quizá precisamente por una veteranía bien asimilada. También por la parte creativa: en unos días edita un disco con G-5, un grupo donde ejerce de sabio patriarca de Tomasito, Los Delinqüentes y Muchachito, y ya tiene listas 12 canciones para un álbum propio que quiere publicar el año que viene. Contribuye a este excelente estado de ánimo el reconocimiento que obtuvo el pasado 15 de marzo, cuando Babelia publicó una encuesta entre 41 especialistas vinculados a EL PAÍS para elaborar la lista de los 50 mejores discos españoles de los últimos 50 años (1975-2025). Realizados los recuentos, resultó que Kiko participó en tres de los diez primeros (La leyenda del tiempo, de Camarón, donde aporta canciones e ideas, en el puesto uno; Échate un cantecito, en el cuatro, y Veneno, en el nueve) y otro más en el lugar 21 (El madrileño, de C. Tangana, donde canta un tema). Estamos, pues, ante el triunfador de esta lista.
Pregunta. ¿Cómo le sienta el traje de uno de los artistas más influyentes de la música española?
Respuesta. Me da un poco de vergüenza, la verdad. Tengo tres apariciones entre los diez primeros y otros artistas muy grandes ninguna. Las listas son para gente con conocimiento y con raciocinio para relativizar. Me parece injusto que yo esté ahí, pero las listas son eso, una aproximación. De todas formas, la música es para disfrutar, no para discutir quién está en una lista.
P. ¿Quién considera que es el número uno de la música española?
R. Serrat es el número uno de la música española. Empezó cantando en catalán, hizo buenas letras y potenció el mensaje de Machado y Miguel Hernández. Serrat es importantísimo para la cultura de España, las costumbres, una persona relevante socialmente y hasta filosóficamente. Hay personajes como Serrat, Camarón y alguno más que son definitivos. Con 15 años me aprendí enteros, con voz y guitarra, John Wesley Harding, de Bob Dylan, y Ara que tinc vint any, de Serrat [ambos publicados en 1967]. Me acuerdo porque fuimos a Cataluña de veraneo, al pueblo de mi madre, y un herrero me construyó un aplique para poder soplar la armónica mientras tocaba la guitarra. Así de peculiar era yo con 15 años.
P. ¿Qué música le impactó primero?
R. De chico, cuando estaba en Cádiz, escuchaba la radio: Sarita Montiel, Juanito Valderrama, Caracol… Me encantaba la música folclórica española. Pero lo que me hace despertar la afición es cuando llego a Sevilla y empieza el fenómeno de los Beatles. De España, lo primero que me impacta son Los Brincos. Son los primeros que hacen rock-beat, como los Beatles pero en español. Idiomáticamente abrieron puertas extraordinarias. [Kiko se pone a cantar Mejor, de Los Brincos]: “Mejor era cuando decías, que también me querías, ahora todo pasó”. Eso la gente se cree que es una pamplina, y yo les digo: hazlo tú. Luego me impactó Peret, que lo veía en la tele cuando yo tenía 12 o 13 años. Peret era original. Y después hay una persona fundamental que es Paco Ibáñez, por su formación política y el estudio de los poetas clásicos. No era nada popular y tenía poca gracia, y lo digo como algo meritorio. Hacía melodías maravillosas sin gestos a la galería. Era seco, austero, sin aditamentos. Yo lo adoraba.
P. ¿Quién le encaminó hacía el flamenco?
R. He de decir que lo primero que me arrebató fue la música inglesa y americana: los Beatles, los Who, los Kinks, los Doors, la Motown, Bob Dylan, Miles Davis… Pero curiosamente me aficioné al flamenco en California, en un viaje que hice en 1974, en plan hippy. Allí conocí a Agustín Ríos, un guitarrista gitano de Morón, sobrino de Diego del Gastor. Vivía en EE UU porque estaba casado con una americana. Él me aficionó al flamenco y ya cuando llegué a España conocí a Raimundo Amador y me metí a fondo. Agustín murió hace una par de años. Ahora tengo contacto con su hija. Nota aquí.
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