jueves, noviembre 06, 2025

Adolfo Aristarain

 El oficio del cine", para redescubrir a un cineasta esencial

La muestra abarca cinco títulos de la última etapa del director, cuando ya producía su propio material. "Aunque sus películas se proyecten de vez en cuando, no se está viendo lo suficiente el cine de Aristarain", dice el curador Pablo Conde.

Los gustos y los homenajes tienen algo en común: es mejor dárselos y darlos en vida. Ambas iniciativas se cruzan en el ciclo Adolfo Aristarain: El oficio del cine, que explora la última etapa de la filmografía de uno de los narradores más sólidos del cine argentino. Organizado por la Asociación de Amigos del Museo del Cine con la curaduría de Pablo Conde –reconocido por su trabajo como director del Festival ¡Esto Es Historieta! y por su gestión al frente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata entre 2021 y 2023–, el mismo tendrá lugar en el Auditorio del Colegio Público de Abogados, Av. Corrientes 1441. Las proyecciones se realizarán con entrada libre y gratuita durante los primeros dos viernes de noviembre y los primeros tres de diciembre, a las 17.30 horas.

“Aristarain es un cineasta fundamental de nuestro cine que trasciende contemporaneidades”, sostiene Conde. “Uno de los pocos que recibió el reconocimiento de la crítica, el público y sus pares sin tener que esperar a ser descubierto años después, con una obra que le sigue hablando a sus espectadores de manera directa. Es un artista que sabe cómo conectar, ya sea desde una trama policial con truculencia o un drama intimista”, reflexiona el programador. El itinerario propuesto recorre cinco títulos que se concentran en el tramo final de la obra de Aristarain. Eso explica la ausencia de películas emblemáticas, como las que integran la espontánea trilogía de finales de la década de 1970 y comienzos de la siguiente: La parte del león (1978), Tiempo de revancha (1981) y Últimos días de la víctima (1982).

El programa inicia el viernes 7 de noviembre con el drama rural Un lugar en el mundo (1992) y continúa el 14 del mismo mes con la aventura histórica La ley de la frontera (1995). El ciclo se reanuda en diciembre. El viernes 5 se exhibirá la saga generacional Martín (Hache) (1997), el 12 la melancólica Lugares comunes (2002), para culminar el 19 con la existencial Roma (2004). Al final de cada función el público podrá disfrutar de un encuentro con integrantes de los elencos y equipos técnicos, enriqueciendo la experiencia.

Puesto a pensar en los elementos que convierten a Aristarain en un nombre ineludible del cine argentino, Conde destaca su capacidad de entender “las necesidades estilísticas y formales para contar un historia con pulso, firmeza y corazón, sin caer en engaños o cursilerías”. Una ecuación a la que suma “la sensatez que reina en la construcción de sus personajes e historias”. “En ellas no hay excesos, disgresiones o movimientos en falso. Sus personajes pueden dudar, fallar estrepitosamente o cambiar de parecer, pero siempre dentro de un marco de sensatez que refuerza el realismo de lo contado”, agrega. 

-Como responsable artístico del ciclo, ¿por qué decidiste concentrarte en el período final de su obra?

-Cuando se habla del cine de Aristarain lo primero que resuena es la genial trilogía de policiales que lo encumbró en el panteón de los cineastas nacionales. En los últimos años, también surgió una saludable revalorización de sus “amorosos musicales” (La playa del amor y La discoteca del amor, 1980), trabajos a los que, como a La ley de la frontera, se los minimizó como encargos, cuando el propio Aristarain los tomó como propios. Pero tras su experiencia en Estados Unidos con The Stranger (1987), aparece la necesidad de convertirse también en productor de sus proyectos. Ese quiebre se da con una película clave tanto para su obra como para el cine nacional en general, que es Un lugar en el mundo. Desde ahí se volcó a un cine más reflexivo e intimista. Si bien él fue quién impulsó la concreción de todas sus películas, nos parecía importante resaltar esa “segunda mitad” en la que él encuentra otro rumbo, reforzando su mirada cinematográfica desde espacios más abiertos, en todo sentido. Nota aquí.






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