Un vino
A Vicky y Fran Fernández
La última, te dicen. Sólo un vinito, venga.
La Gran Vía, encendida como una vía láctea,
el claxon de los autos, la luz de los neones,
la noche, igual que entonces, como un beso muy cálido.
Insisten. Total, es un momento, sólo un vino.
Te toman suavemente del brazo. Tú quisieras
explicar que es inútil. Tu cuerpo no es el mismo,
y el mejor vino ahora te da ardores de estómago.
Hoy te sientes cansado, muy cansado y no puedes
enfrentarte a batallas que perdiste hace tiempo.
Los ves como se marchan entre el ruido y la gente.
Y sientes que con ellos van tus años mejores.
Esos días de gloria que duraron tan poco.
Y las noches tan largas, las madrugadas frías,
el tiempo en el bolsillo como un latido leve,
como un pájaro libre volando entre las nubes,
las barras de los bares, el cigarro del sueño,
la piel que todavía revive en nuestros dedos.
(Llamas a un taxi. Subes. Y te alejas sabiendo
que la vida ha dejado de cubrirte la espalda).
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