sábado, marzo 08, 2025

Luis Salinas

 Luis Salinas: la pérdida familiar, hacer música con sus hijos y las enseñanzas que le dejaron B.B. King, George Benson y Prince

El 14 de marzo presentará en el Teatro Alvear su última grabación, una producción de cinco álbumes, que ya están en plataformas de música.

“Hay que seguir” es una frase que abunda (como pocas cosas) en estos tiempos. Indica que es lo que hay que hacer pese a determinada circunstancia, como si no hubiese alternativa. Bajar la cabeza o levantarla, según la situación, y seguir adelante. Llama la atención cuando se convierte en el título de una canción; así le sonó al guitarrista Luis Salinas, cuando la escribió. El 14 de marzo próximo, en el Teatro Presidente Alvear, Luis hará una visita transversal a su última publicación, que está compuesta de cinco álbumes: uno de música argentina, dos de latin jazz y fusión, otro de guitarra sola (donde aborda distintos géneros) y el último, el más novedoso, con su grupo y la participación de sus hijos Juan y Rita. Todo eso quedó compilado bajo el nombre de aquella canción.

En esa retrospectiva seguramente suene aquella canción que tituló “Hay que seguir”, porque parece representar su presente, a los 66; después de ese inventario musical resumido en cinco tomos, y después de sucesos personales de los últimos años que lo atravesaron con fuerza.

Luis Salinas es el de aquellas tocadas en Oliverio, hace más de tres décadas, y el que fue invitado por artistas de fama internacional, como B. B. King, Hermeto Pascoal o George Benson. Es el que hoy, discretamente, sigue buscando la complicidad de su hijo Juan, también guitarrista, para seguir haciendo música. Y el que a veces marcha al ritmo de los tiempos de su hija Rita, a quien escucha con emoción cuando su voz –hoy es una chica de 14 años- queda impresa como testimonio de su nuevo disco.

-¿El título surge de una hecho doloroso para la familia?

-Dios ha sido generoso conmigo. No por la guita sino por esas cosas que he vivido como músico, como persona. Una de esas cosas fue conocer a Silvia, la mamá de mi hijo Juan. Fue la primera vez que fui a tocar a Rosario. Esa noche la conocí. Toqué en un lugar al aire libre y después fuimos a otro llamado La Puerta, donde terminamos haciendo una gran zapada. Fue como si estuviera escrito. Quise volver y pude hacer una Sala Lavardén. Ella conocía a gente de esa sala donde, casualmente, vuelvo a tocar el 10 de mayo próximo. Rosario fue el primer lugar que aceptó mi libertad artística. En Buenos Aires me costó más.

-Silvia fue tu compañera y tu manager

-Sí, en un momento también fue mi manager. Hay algo clave. Un día fuimos a ver a Paco de Lucía a Rosario y me mostró un test de embarazo. Era la llegada de Juan. ¿Si no era con ella, con quién iba a ser? Cuando el destino se la llevó, eso fue hace tres años, no sabía qué hacer, que decir, que pensar. Fue un gran amor. Fue una madraza. Su partida fue algo tan fuerte que me quedó en el alma. Y un par de semanas después salió esta canción: “Hay que seguir”. La versión que grabamos es larga porque cuando la tocamos sentimos que ella estaba ahí, por eso no la queríamos largar. Y como era el tema más fuerte pensé que el disco [la colección de cinco volúmenes] se tenía que llamar así. Cuando toco esa canción, siento que la llamo y viene. No la tocamos siempre; fue duro para Juan. En España la tocamos y Juan estaba extrañando mucho a la madre. Y costó. Con los años uno aprende que la música es una energía espiritual. No son solo notas que aprendés y listo. Y el público sabe cuándo sos sincero.

-¿Cuándo te das cuenta de eso?

-Una vez [el productor musical] Tommy LiPuma me contó que [George] Benson le dijo: “Cuántas cosas tiene Luis para decir; ya se irá dando cuenta con el tiempo y las dirá de otra manera”. En ese momento, para acallar las críticas quizás yo solo tenía que tocar un par de notas y nada más. Pero íntimamente me daba cuenta de que eso era mentira, porque solo sería para conformar a no sé quién. A mí, cuando tocaba los domingos en Oliverio, me decían: “Vos tendrías que hacer tal cosa o tal otra”. Y yo respondía: “¿Por qué no dejan que el público decida? Si deja de venir, será que estoy equivocado”. La gente respondió. Recuerdo un día que toqué con Frank Gambale. Hicimos un homenaje a Benson, con Guillermo Vadalá, el Negro Lozano y Jota Morelli. Terminamos de tocar y nos fuimos a tomar algo. Yo no me sentía bien y no sabía por qué, hasta que me di cuenta de que estaba yendo para el mismo lado. Que todo era al mango. Había un público para eso. Pero ese día fue clave. Al otro día empecé a tocar lo que me salía. Y me salió una zamba, un tango, un bolero. Nota aquí.





0 comentarios: