domingo, agosto 17, 2025

Rodolfo Serrano

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Hay gente que pasa por tu vida y deja huella. Y hay gente que pasa por tu alma y se queda en ella para siempre. Maravillosos okupas del corazón.
Dos de ellos, Iñaki Auzmendi y Javi Martin, estuvieron ayer a punto de pararme el corazón. Juli y yo estamos pasando los días de verano en su pueblo, Aldea en Cabo.
Ayer, a medio día, en el bar, Nacho, un joven que tiene un grupo de teatro aficionado, me pidió que sí podía acercarme a la caída de la tarde a ver el ensayo de una de las obras: “Por favor, me interesa mucho tu crítica”.
A la hora convenida me acerqué con mi cuñado, mi hermano, Maxi, a la Casa de Cultura. Estaba ya allí mi numerosa familia. Me senté esperando el ensayo.
De pronto, se abrió la puerta y apareció Iñaki sonriendo. No sabía qué decir. De pronto, por megafonía escuche recitar un poema mío. Cuando acabó, apareció Javi. Y la locura. Habían venido a cantarnos sus canciones desde Pamplona. Dios mío.
Juli y yo lloramos. Conmovidos, temblando de pura amistad y amor. Fue algo maravilloso. Juanjo Iglesias, se sumó a la celebración cantando canciones de su añorado hermano, Roberto.
Llevaban semanas preparándolo con la complicidad de mi familia y del Ayuntamiento. Con mucha gente del pueblo que me ocultó tan bellísima sorpresa . Fuimos felices. Muy felices.
La vida es esto. Debe de ser esto. Una amistad que rompe los mapas y la distancia. El amor de la gente como Iñaki y Javi. Y el de mi familia. Lo demás, tonterías que no sirven para nada.








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