miércoles, septiembre 24, 2025

Claudia Cardinale

 Muere Claudia Cardinale, icono del gran cine italiano

Trabajó con Visconti, Fellini y Monicelli antes de saltar a Hollywood y convertirse en una de las grandes actrices de los años sesenta y setenta.

El vals de El gatopardo, su aparición flotando en la luz veraniega en Ocho y medio, mientras Mastroianni la mira fascinado por encima de las gafas de sol, o la princesa cautivadora de La pantera rosa son algunas de las imágenes que Claudia Cardinale, fallecida este martes a los 87 años, deja en la historia del cine. Estas tres grandes películas son todas del mismo año, 1963, y que estuviera en las tres a la vez en los cines de todo el mundo dan una idea del impacto que supuso la irrupción de la belleza y el talento natural de Claudia Cardinale en las pantallas. Bastaría tan solo con haber rodado uno de esos filmes para ser ya una estrella, pero además hizo 130 películas que la convirtieron en un mito del cine mundial en la época dorada del cine italiano. Trabajó con los más grandes: Visconti, Fellini, Germi, Monicelli, Leone, Gance, Edwards, Hathaway, Brooks... Con ella se va una de las últimas grandes actrices italianas de esos años, solo queda Sophia Loren.

Cardinale ha fallecido en su casa de Nemours, cerca de París, según ha anunciado su agente, Laurent Savry, a la agencia AFP en la noche del martes. Se había instalado allí hace años, y Francia era uno de los tres países de su vida. Además de Italia, el otro, el primero, era Túnez, donde nació en 1938, cuando era un protectorado francés, en una familia de inmigrantes sicilianos. Su primer recuerdo era la llegada de los soldados americanos en la guerra. En Túnez la descubrió para el cine un director francés, René Vautier, que la vio delante de su colegio y quedó fascinado. “Se me acercó y me dijo si podía hablar con mi padre”, contó en una entrevista. La fichó para un cortometraje, Les Anneaux d’or, que triunfó en Berlín, y después ganó, sin saberlo, un concurso de belleza en la que fue proclamada la más guapa de Túnez. El premio era un viaje a la Mostra de Venecia, y así empezó todo en 1957. Allí decía a los fotógrafos que no quería hacer cine, pero algo debió de sentir en el festival con una de las primeras películas que veía en un cine en su vida, Las noches blancas, de Visconti. Solo tres años después actuaría en una de sus películas, otra obra maestra, Rocco y sus hermanos, y fue uno de los directores que primero supo intuir en ella una gran actriz. Nota aquí.














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