viernes, septiembre 26, 2025

Javier Ruibal & Pedro Guerra

 𝐑𝐮𝐢𝐛𝐚𝐥 𝐲 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐝𝐨𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐢𝐝 𝐋𝐢𝐯𝐞 𝐄𝐱𝐩𝐞𝐫𝐢𝐞𝐧𝐜𝐞

Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío acogió anoche una de esas veladas que justifican por sí solas un festival: el encuentro de Javier Ruibal y Pedro Guerra, dos referentes de la canción de autor que, desde sensibilidades distintas, compartieron la certeza de que la música puede ser al mismo tiempo celebEl ración y refugio.
El primero en aparecer fue Javier Ruibal, con su carisma desbordante y esa capacidad para hacer de cada interpretación un festín sonoro. Lejos de refugiarse en lo fácil, apenas concedió al público un guiño con “Solo la dosis hace el veneno”. Su repertorio fue una travesía por lo más sólido de su carrera, con una instrumentación rica, potente y matizada, capaz de transformar cada canción en una experiencia inmersiva. Cada vez que un tema se cerraba con ese habitual estallido suyo, del patio de butacas surgía un espontáneo y repetido: “¡Madre mía!”.
Ruibal no estaba solo: lo arropaba una troupe de músicos de primera. Diego Villegas multiplicando vientos —saxo, clarinete, y flauta travesera—, José Recacha y Daniel Esportell a las guitarras alternando también la armónica, y Javi Ruibal a la percusión. A este lujo instrumental se sumó el baile de Lucía Ruibal, cuya presencia sobre el escenario regaló belleza, duende y arte en estado puro. Un conjunto de excelencia, ajustado como un reloj y vibrante como un corazón. Todos ellos tenían disco a la venta en el "merchan" regentado por el omnipresente Ricardo Galán, Ruibal, además de discos, tenía "Chucherías musicales"

Tras el huracán Ruibal, llegó el turno de Pedro Guerra, que propuso un viaje en sentido contrario: hacia la introspección. Con la delicadeza y la hondura que le caracterizan, desgranó temas de su último trabajo, “Parceiros”, junto a clásicos de una trayectoria que este año celebra tres décadas desde aquel mítico “Golosinas”. El recuerdo a Libertad 8, lugar fundacional de tantas canciones, sobrevoló un repertorio que fue pura ofrenda de sinceridad y emoción.
Uno de los momentos más íntimos lo protagonizó un valsecito inspirado en la Virgen de Guadalupe y dedicado a María, su pareja y mánager desde hace más de 25 años. “Se puede ser no creyente y ser guadalupano”, confesó, arrancando sonrisas y complicidad.
Su banda fue también un seguro de vida: Luis Fernández al piano, Miguel Ponce al bajo, Miguel Molina en la batería y Pablo Cebrián en la guitarra y la producción. Sonido impecable y arropo perfecto para un concierto que quizá se hizo corto, pero que flotó en ese clima de comodidad compartida entre músicos y público.
En medio de la comunión, Ruibal llegó a decir: “Este público tiene compás” .Ambos artistas lanzaron una proclama que resonó con fuerza: “¡Viva Palestina libre!”.
Fue, en definitiva, un gran concierto de contrastes y afinidades: la exuberancia y la fiesta de Ruibal, la introspección y la ternura de Guerra. Dos formas distintas de emocionar, un mismo escenario, y la certeza de haber asistido a una noche que quedará en la memoria del Madrid Live Experience.
Entre el público : César Rodríguez, Laura Granados, Ricardo Galán, David Diaz, Bego Ortíz y Paco Ibarra.
(disculpad por la calidad de las fotos, solo tenía a mano un celular de gama baja. Muy baja)









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