miércoles, septiembre 10, 2025

Confitería Flores Porteñas

 En Once, los 140 años de la panadería de la hermana de Domingo Faustino Sarmiento: Perón compraba medialunas y Cortázar tomaba café

Flores porteñas todavía conserva un horno, muebles tallados y vitreaux originales.

Precios populares y una vasta oferta de productos: desde pan dulce hasta sfogliatellas y ensaimadas.

No hace falta saber con exactitud la fecha de apertura de la confitería Flores Porteñas. Con solo ver la fachada con vidrios curvos y entrada con puerta vaivén con manijones dorados ya se sospecha que se trata de un local de antaño. Con un mantenimiento impecable, que llevó varios meses de obra, la panadería que está cumpliendo 140 años de historia en el barrio de Once conserva reliquias desde el día de su apertura.

Su primera dueña fue Josefina Sarmiento, hermana de Domingo Faustino Sarmiento, ex presidente de la Nación, periodista y educador. Luego, fue pasando por varias manos hasta que llegó al cargo de Leonardo Messina, quien hace 23 años comanda la panadería. Gracias a las charlas con los clientes más longevos el panadero va recopilando datos y armando la historia del local con anécdotas, vivencias y recuerdos. Un rompecabezas que incluye a clientes como Juan Domingo Perón, ex presidente, y el gran escritor Julio Cortázar.

Dentro de su oferta culinaria se destacan las ensaimadas con crema pastelera, las sfogliatellas italianas, el pan dulce todo el año y las galletas tipo marineras. No quedan afuera las cremonas, que los trabajadores tempraneros de la zona van a buscar para acompañar al mate, fiel compañero de jornadas laborales.

La historia de la panadería Flores Porteñas

Leonardo Messina disfruta de su trabajo. Cuenta lo sacrificado que es pero no lo vive como una carga. Viene de una familia de panaderos que vivió un tiempo en Nueva York pero no se pudo adaptar y regresó Buenos Aires. Los Messina manejaron varias panaderías hasta que le ofrecieron a Leonardo comprar el fondo de comercio de la panadería Flores Porteñas.

Le encantó la zona, el ir y venir de la gente fue el imán necesario para que el panadero no dude y acepte el desafío de levantar un local que estaba venido a menos. “Con que sólo el diez por ciento de la gente que pasa por acá entre, yo con eso ya estoy hecho”, pensaba antes de firmar la compra del fondo de comercio.

En la panadería se respira historia. Paredes que atesoran recuerdos que llevan al visitante a transitar tiempos lejanos. Su apertura fue en el año 1885 de la mano de Josefina Sarmiento, hermana del ex presidente de la Nación. De esa época quedaron los muebles tallados a mano por ebanistas donde cuelga un reloj antiguo. El mismo que fue colocado hace 140 años, en el centro del salón.

Las maderas oscuras, con curvas perfectas fueron conservadas y son muy cuidadas por los nuevos dueños. Durante la obra, hace 23 años, se preservó todo lo posible. Incluso, al tratar de arreglar una pared encontraron un vitreaux oculto sobre la puerta de entrada, lo que hizo reformular la refacción ya que esa joya de vidrios de colores merecía estar expuesta.

El local es tan antiguo que tiene un desnivel en su interior producto del levantamiento de la avenida Rivadavia a través de los años. “El arquitecto me dijo que esa diferencia de 80 centímetros del piso es porque los locales se fueron levantando con los años ya que tienen que ir al nivel de la avenida”, dice Leonardo.

La cuadra es el corazón de toda panadería. Es donde se amasa y se preparan todos los productos. Allí, entre bollos, bolsas de harina y tarros de dulce de leche, conservan un horno original de 1885 donde se hornean las medialunas y facturas. Tiene una capacidad interna de 42 metros cuadrados. Leonardo asegura que es el mejor horno que tienen. Nota aquí.






0 comentarios: