La azarosa carpeta pictórica de homenaje a Alberti encuentra casa perenne en Cádiz
Las 50 obras de una valiosa muestra del arte de vanguardia de los años sesenta quedan custodiadas en la Academia de Bellas Artes gaditana tras un curioso viaje de décadas.
“Permitidme nombrar esta noche a los que no están entre nosotros, pero están por derecho de la alta poesía (...). Quisiera saludar a todos los desterrados españoles”. La voz de Rafael Alberti, entre solemne y emocionada, es uno de los testimonios sonoros que perduran de aquel 8 de junio de 1966, en el que el poeta gaditano recibió un homenaje en París. Alberti llevaba entonces 27 años en el exilio y más de un centenar de artistas españoles, de dentro y fuera del país, se unieron como pudieron para rendirle tributo. El acto, grabado por Radio París, es bien conocido en los círculos especializados. Lo que quizá es menos es la azarosa vida de buena parte de la obra pictórica surgida de aquel evento. Reunida en una carpeta, pasó décadas entre París, Barcelona y Bilbao, hasta acabar en Cádiz, donde por fin ha encontrado ahora su casa definitiva: la Real Academia Provincial de Bellas Artes de Cádiz.
La tinta abstracta de Antonio Saura, el grabado de denuncia de Josep Guinovart, la personalísima obra de Juana Francés, la rotundidad colorista de José Vela Zanetti o el informalismo sobre papel de Rafael Canogar forman parte de esa colección de 50 obras que acabaron en la carpeta, ahora con sede estable en la histórica institución gaditana, que ya era depositaria temporal de ella desde que, en 2018, se convirtió en la exposición itinerante Exiliarte. Ahora, gracias a la cesión definitiva de custodia de la galerista vasca Sol Panera, la carpeta quedará vinculada para siempre a la provincia. “En cierta forma, no es de nadie, hemos sido todos custodios”, explica la pintora, académica y consiliaria de la institución, Carmen Bustamante, artífice también clave de la gestión.
El valor de la colección reside en la diversidad de corrientes plásticas —del realismo más naturalista y dramático a la abstracción— que quedaron plasmadas como “una foto fija de todos los movimientos pictóricos de España en ese momento”, señala Panera. A ello se suma, como apunta Bustamante, el hecho de la reunión física de la obra “de artistas del exilio exterior e interior” del país. Ese fue precisamente el objetivo de la Asociación Cultural Franco Española al organizar el acto Hommage au poète espagnol Rafael Alberti, con el que quiso rendir tributo en París, después de que el poeta y su esposa, la escritora María Teresa León, se hubiesen instalado en Roma tras pasar por varios países de Iberoamérica. La cita se convirtió además en “el primer acto de la disidencia franquista reflejado en la prensa del régimen” poco después de aprobarse la llamada ley Fraga de prensa e imprenta, de marzo de 1966, detalla Bustamante.
El homenaje incluyó regalos, lecturas y la intervención del cantautor Paco Ibáñez. La propia Sol Panera figura entre los 50 pintores de la carpeta y vivió el homenaje en primera persona. “Fue impresionante. La gente subía a la tarima y leía mensajes, como el de Pablo Ruiz Picasso”, recuerda. Panera era entonces una joven veinteañera a la que su padre, el industrial y amigo de artistas, Francisco Panera, envió a casa del artista Rufino Ceballos en París para continuar su formación pictórica. Allí la sorprendió la convocatoria de obra para el homenaje a Alberti. La solicitud, realizada a ambos lados de la frontera, fue tan exitosa que reunió más de un centenar de contribuciones, entre las que se encontraba una pieza de Antoni Tàpies. Nota aquí.
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