Enmudece la mañana
y las guitarras se quejan,
se queja el alba, y el aire,
payos, gitanos se quejan.
–que raptó la noche negra–
ya no se enreda en el aire,
ni al aire su voz se entrega.
¡Silencio! Murió un gitano
y no un gitano cualquiera,
el gitano con más duende
entre las voces flamencas.
Defensor del Cante jondo,
renovador de una escuela
con la pureza del cante
en la raíz de su tierra.

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