Felipe Benítez Reyes nos cuenta por Facebook.
DÍA DEL LIBRO
En esto, como en todo, hay niveles diversos de celebración.
Por ejemplo, si eres un autor de bestsellers, lo menos que puedes organizar es una fiesta multitudinaria, con tarta y orquesta incluidas, alrededor de tu piscina con forma de riñón.
Si eres un autor que cuenta con un cupo discreto de lectores, te tomas un café con magdalenas en familia, y ya te das por celebrado de sobra.
Si eres un autor al que no lee nadie, casi la única opción que te queda es la de comerte tus libros, en un melancólico ritual privado de bibliofagia, y que aproveche.
Uno, que más o menos anda en la categoría de la magdalena, celebra este día más como lector que como autor: cuántas horas de disfrute en ya tantísimas páginas leídas, y qué impensable una vida sin ese disfrute.
Esta mañana se coló en casa, como parada en su ruta aventurera por las azoteas comunicantes de la manzana, la gatita de unos vecinos. Se acomodó despreocupadamente en mi mesa de trabajo, como si nos tratásemos de toda la vida, observándome con su mirada egipcia y supongo que preguntándose "¿Qué se supone que hace este individuo que no hace nada?".
Por un momento, entretuve la fantasía de que me la había enviado Baudelaire, que sabía mucho de spleen y de gatos:
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