sábado, abril 17, 2021

Ismael Serrano

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.El periodista Manuel Jabois ha escrito este emocionante texto sobre mi próximo disco (Seremos) y sobre un servidor, y me faltan palabras para agradecerle:

SOBRE ‘SEREMOS’ E ISMAEL SERRANO. POR MANUEL JABOIS

Hace 24 años Ismael Serrano tenía 24 años. Era 1997, el año que publicó ‘Atrapados en azul’, un disco que lo hizo famoso de golpe en España y en América. Eran canciones, varias, que miraban atrás (“hace veinte años vivías atrapado en el gris”) para ajustar cuentas desde el presente con una frase, en su canción más emblemática, que sirvió de bala fantasma a una generación: ‘Papá, cuéntame otra vez’. Ese año, también, el diario El País publicó una pequeña entrevista a Julián Herráiz, desde hace más de treinta años a cargo del Libertad 8, bar en el que tocaban anónimos como Rosana, Luis Pastor, Javier Álvarez o el propio Ismael Serrano. El titular era muy sugerente: “El éxito de los cantautores es un fenómeno madrileño”. Casi todos los fenómenos percibidos en Madrid como tales se consideran automáticamente madrileños, pues solo son éxitos si se perciben en la capital, algo que tiene mucho de verdad: allí están los medios de comunicación que llegan a toda España. Pero a Ismael Serrano aquel éxito vallecano, por ponernos locales, se le escapó a Latinoamérica, donde se entendió tan bien como en España el mensaje: “Sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual / Las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más”. Y prefiguró un Ismael Serrano al que resultaba imposible entrevistar sin las etiquetas sabidas de café, guitarra, estudiantes y hoguera que a su generación le fueron colocando indiscriminadamente; el milagro de ‘Seremos’ es que vuelve a despojarse de todas sin abandonar una sola causa. “Yo no me considero un bicho raro”, dijo en 1999 al diario argentino Página 12. “El problema es que muchas veces el autor peca demasiado por introspección, por cantarle a lo que uno vive y siente. Creo que también hay que saber mirar fuera de uno mismo. Me enmarco en la tradición de la canción de autor que viene definida por Silvio, Serrat, Aute o Jara”. En verano de 2020, año de la pandemia, escribe los versos de ‘Un último acto de rebeldía’: “Yo he soñado con vender mi alma al diablo para tener tu ovación, para estar siempre a tu lado. Yo he bebido el agua sucia de los charcos y he perdido la razón, he vuelto a casa descalzo”. Por ahí se entienden estas trece canciones que levantan un corpus extraordinario, el de un poeta en estado de gracia que se sacude las contradicciones y destruye los clichés en donde los prejuicios más perezosos lo incluyen. No hay nada en el álbum que remita a los tics del exterior y sí un despliegue formidable de música con socios como Pablo Alborán en ‘La primera que despierta’ o de Jimena Ruiz Echazú en ‘Cuando llegaron ellas’; la primera, sobre los cuidados casi siempre acaparados por mujeres con las que, canta Serrano, se contrae cada día una deuda imposible ya de pagar. O en ‘Porque fuimos’, con Clara Alvarado y Litus, donde se proyecta el disco entero: la advertencia adulta de mirar más allá del suelo, a superar un tiempo que explícitamente no se nombra pero que empapa el disco; recoge los cristales rotos por el virus y los recompone para recordar cómo eran antes de fabricar unos nuevos. En todos sus discos, el padre de Ismael Serrano, Rodolfo Serrano, escribe una letra. El título de ésta, ‘Derramando nuestros sueños’, parece responder a aquel ‘Papá, cuéntame otra vez’ si no se tratase de una de las mejores canciones del disco: “Me hablaba de canciones y poemas, de cursis cantautores engreídos, mientras se apretaba contra el pecho un disco mío”. Nota aquí.



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