miércoles, abril 14, 2021

Rodolfo Serrano

 Tiempo de siempre

Un tiempo,
después de que te fueras,
me encontraste una noche
por los bares de siempre.
Estaba yo buscando tu nombre entre las copas,
perdido por las horas de relojes parados.
Tú llegabas, morena
y tan sola y tan triste
como el sueño perdido hace ya muchos años.
Me contaste tus miedos
y los nuevos amores
que ocupaban ahora tu cama y tus asuntos.
Y me hablaste después de los días pasados,
cuando el mundo era hermoso
porque aún nos amábamos.
Y la pasión vivía en hoteles sin nombre,
en las calles oscuras,
en los antros más negros de pecado y de gloria.
Dios mío, yo escuchaba pendiente de tu boca.
Y el mundo y yo moríamos en cada frase tuya.
De pronto, tú rompiste
a llorar de esa forma
con la que tantas veces
disipaste mi angustia.
Lloraste por nosotros, por tu vida y la mía,
por la tristeza nuestra
y que ahora se abría como una flor de barro
en nuestro corazón,
esa estación nocturna de viajeros perdidos.
Tus lágrimas, tus lágrimas.
Y yo ante ti en silencio, con la nostalgia antigua
de aquellos viejos días,
de las viejas promesas y las caricias lentas,
esperando que el mundo empezara de nuevo.
No te he vuelto a ver nunca, y he sabido muy poco
de tu vida. Tan solo,
y muy de tarde en tarde, me han llegado lejanas
noticias de tus pasos.
Y ese dulce temblor al escuchar tu nombre.
Las cosas han pasado deprisa y ya no somos
los que fuimos entonces.
Nuestros cuerpos cambiaron
igual que cambió el mundo.
El tiempo está marcado y yo no espero nada.
Quizás solo una voz que me traiga la calma.
O ese dulce silencio
para entrar en la noche.
Y ahora que estoy triste y vive en mi el recuerdo,
te confieso que nunca
he olvidado tu llanto.
Y que entonces yo supe sin dolor y sin miedo,
que todo se termina:
esta vida, los astros, el universo mismo.
Pero nunca este amor que te tuve y te tengo.
Y te espero, te espero,
niña perdida y sola. Todavía.
Foto de Raul Cancio. Dar un toque.



0 comentarios: