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Ismael Serrano: “Seremos” (2021)
Había remoloneado Ismael Serrano con dos discos en vivo de muy distinta hechura, el lujoso y rutilante 20 años. Hoy es siempre (2017) y el desnudísimo Todavía, grabado en la campiña de su querida Argentina en la soledad acuciante de la guitarra y la voz. Quiere ello decir que Seremos supone su primera entrega con material de estreno desde el ya lejano La llamada (2014), un paréntesis insólito y nunca antes tan prolongado en un hombre de discografía generosa y tendencia a la escritura prolífica. Es difícil por todo ello eludir una sensación de reválida ante este Seremos, erigido en un momento relevante en la trayectoria del cantautor vallecano: no es un álbum más, sino un punto de inflexión. Y sale lo suficientemente bien parado como para que podamos celebrar un nítido renacimiento.
Serrano lleva toda la vida conviviendo con el tópico cantautoril, incluso erigido en sabia y lúcida autoparodia del tipo que da la brasa sentado con una guitarra frente al micrófono. Le honra a Ismael ese sentido del humor tan saludable y poco autocomplaciente, pero el arquetipo del hombre reiterativo en formas y mensajes queda con Seremos seguramente más alejado de la realidad que en ningún otro de los álbumes anteriores.
No esperemos una revolución, que además de impensable sería innecesaria. Pero Serrano dosifica aquí los recursos, evita las reiteraciones temáticas (incluso la sobreexposición ideológica), aligera el menú con un par de incursiones en los ritmos de baile latinoamericanos y, aunque sigue dejando los tiempos medios en el centro de la ecuación, acierta con algunas canciones brillantes. Incluso excelentes en el caso de extraordinaria Cállate y baila, engrandecida aún más con la aportación de Ede. La emotividad que emana de la garganta de esa muchacha carabanchelera, que ni siquiera ha debutado aún como artista en solitario, es sencillamente descomunal. Crónica aquí.
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