EL LUNAR
Ni en corazón ni en alma
te pareces
a la que amaba sólo
hace un instante
(Ángel González)
Rebusco en mi memoria y no recuerdo
cuándo el lunar aquel que tanto amaste
se trastocó en verruga,
cuándo fue que a tus ojos muté en otra.
Soy la misma de entonces,
ni antes era la mujer perfecta
ni ahora soy el colmo de la perversidad.
Seguramente
no merecía que me amaras tanto
pero tampoco es justo convertirme
en la suma de todas las maldades.
Me pregunto
qué extraño mecanismo se desata
en el fondo más negro del amor
para trocar en rana al más apuesto príncipe
o a la más ideal de las princesas.
Me pregunto
por qué tanta indulgencia con los otros
y tan dura mirada
para quien nos regala sus noches y sus días,
respira nuestro aire y duerme en nuestro lecho.
Me pregunto
-y no tengo respuesta-
qué clase de veneno se inocula en el alma
que agiganta las sombras a tal punto
que acaban por cubrir las luces más brillantes.
Sobre todo pregunto qué siniestro resorte
nos incita a hacer daño a quien amamos,
qué oscuridad perversa nos ofusca.
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