Muere Jerry Lee Lewis, la última leyenda del rock and roll, a los 87 años
Fue uno de los cantantes más influyentes e importantes del rock y un pianista eléctrico que revolucionó los modales sobre el escenario al ritmo de temas ya clásicos como 'Great balls of fire'
Las noticias eran malas desde hace tiempo. Jerry Lee Lewis estaba ya muy cerca del final. La última fotografía, con su discípulo y compinche Kris Kristofferson haciéndole entrega de la medalla que acreditaba su ingreso en el Country Hall of Fame, olía a crepúsculo inminente. A fin de fiesta de un tiempo exagerado. Cuando los jóvenes aspirantes, encelados de nostalgia, excitación y furia, absorbieron los conceptos de los viejos maestros, los caminos del blues y el gospel, para parir la música que rompe el siglo como un parteaguas o una avalancha.
Ha sido su publicista, Zach Farnum, el encargado de dar la mala nueva. A los 87 años, en su casa de DeSoto, Mississippi, moría el último príncipe del rock and roll. Legítimo aspirante al título de rey de los pesos pesados. Lo sacó de la circulación, demasiado pronto, el escándalo de su matrimonio con su prima de 13 años, Myra Gale Brown, su segunda esposa, descubierto por los tabloides británicos durante su primera y exitosa gira, en 1958. Para entonces ya había tomado la delantera en Billboard, con singles abrasadores, mitológicos y jadeantes, como Whole lotta shakin y Great balls of fire. Debajo de los focos, donde brillaba como una luciérnaga atómica, o arrinconado por los medios, del cielo al infierno y viceversa, como sucesor de Elvis Presley en Sun Records o estilista del country, celebrado o contra las cuerdas, fue dueño de un duende inigualable, empapado en todos los géneros esenciales. Nota aquí.
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