domingo, marzo 02, 2025

Bob Dylan

 Luis nos cuenta por Facebook.

Bob Dylan en el Festival de Newport de 1965 llamando a las puertas de la electricidad. Ese momento cumbre de la historia de la música pop en el que el mesías Dylan traiciona al folk, pero no a sí mismo, y se convierte en Judas, like a rolling stone, en busca de su libertad creadora y personal, por encima de dogmas, credos y caminos marcados. De eso trata A complete unknown, de ese viaje de Dylan de Woody Guthrie a su propia manera de entender la música. Como seguidor apasionado del señor Zimmerman la película de James Mangold me emociona y me concierne y vuelvo emocionado tras verla en pantalla grande -como debe verse el cine mientras nos dejen- a The freeweelin Bob Dylan, a la biografía de Howard Sounes, a las memorias de Suze Rotolo, a Dylan antes de Dylan, entre el Greenwich Village y Joan Báez, tormentosa relación. En A complete unknown Timothée Chalamet es la reencarnación perfecta del Dylan veinteañero que se cruza con Pete Seeger -excelente Edward Norton- y con Johnny Cash al que Mangold dedicó otra película. Cuando vemos en A complete unknown a Dylan motorizado cuál angel del infierno, cabello al viento, nos damos cuenta que en esa imagen está esa metáfora de la libertad que fue siempre Dylan, buscándose a sí mismo en tantas etapas de su carrera, en reinvención constante y siguiendo sus impulsos en busca de su verdad, la que llevó al misterioso juglar de Duluth al mismísimo Nobel de literatura. La película se basa en Dylan goes electric, el libro de Elijah Wald que falta en mi copiosa biblioteca dylaniana.



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