sábado, febrero 08, 2025

Zahara

 “Hay una búsqueda de la belleza canónica y, a partir de los 40, la mujer desaparece. Es visible ocultando la edad”

Independiente y directa, la cantante y compositora conecta con el sentir de muchas mujeres. Después de ‘Puta’, el disco disruptivo en el que habló de abusos sexuales y maltratos psicológicos, publica ‘Lento ternura’, una obra “con vocación amable y cosas bonitas”. Nos recibe en su morada perdida en el campo.

Como una de esas mansiones encantadas de los cuentos, la casa de Zahara (Úbeda, 41 años) descansa en lo alto del pueblecito. Se empieza a ver a un puñado de kilómetros de distancia desde la carretera porque parte de su fachada sobresale entre un conjunto de construcciones rurales que, sin ningún glamour, guardan el encanto de lo sencillo. “Mira, ahí está. Mi casita”, dice con orgullo la cantante desde el asiento del copiloto. Su “casita” es, en realidad, una gran casa de pueblo con más de 200 años de historia, adquirida hace dos años en un paraje perdido de una sierra de Castilla-La Mancha, al que ella llama “coñohondo” por lo lejos que queda de la civilización. “Desde el primer día que entré en esta casa, me parecía una utopía. Haber llegado hasta ella es como un sueño que cada día agradezco”, confiesa un par de minutos antes de que el coche serpentee cuesta arriba hasta quedar aparcado enfrente de una preciosa casa de pueblo, que da la bienvenida con una bandera arco iris en defensa del colectivo LGTB.

Llamar “coñohondo” a este lugar también tiene un motivo justificado: ni Zahara ni el músico Martí Perarnau, su pareja y el otro dueño de la casa, quieren dar información detallada del lugar donde se encuentra por una cuestión de intimidad. El viaje que los dos han hecho hasta aquí simboliza el propio viaje de ambos como artistas independientes y como una pareja que ha establecido un código propio para construir sus lazos afectivos y sentimentales, pero también profesionales, ya que comparten el proyecto Juno y labores de producción con otros artistas, como León Benavente o María José Llergo. Y, en el caso de la cantante y compositora, simboliza todo el viaje de su propia vida: una artista que se crio en Úbeda, se fue a hacer carrera musical a Madrid y, tras la publicación del disruptivo disco Puta en 2021, en el que hablaba de sufrir abusos sexuales en la adolescencia y maltratos psicológicos de parejas tóxicas y responsables de la industria musical, se convirtió en una voz feminista capaz de conectar con un amplio público intergeneracional porque puso sobre la mesa el machismo que atraviesa a muchas mujeres. “Ahora, quiero hablar de cosas bonitas”, confiesa. “He intentado escribir desde una vocación amable”, añade sobre Lento ternura, el nuevo álbum que aborda la gran emancipación de una artista que parece haber encontrado su lugar y su identidad tras muchos años de dudas, luchas y violencias. Nota aquí.



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