Oro en Arriondas
Las monjas de Belorado,
cismática rebeldía,
han huido en compañía
han vendido y valorado
para montar la cantina
a los pies de la santina,
protegidas de Pelayo,
haciendo de capa un sayo
y una fonda con cocina.
Si eran pobres, no se sabe,
si eran ricas, se verá,
si eran buenas, lo dirá,
su conducta será clave
si su pecado no es grave,
o ni siquiera es pecado
para el dios de Belorado
o para un banco suizo.
Porque ya es rizar el rizo
tener tanto oro guardado.
Después de montar el cisco,
de coquetear con Roma,
de jugarnos una broma,
de salirse del aprisco,
mentir con un falso obispo,
parece ya cachondeo
que tres monjas de rodeo
con un pacto del demonio
y ayuda de san Antonio,
den restaurante de arreo.
0 comentarios:
Publicar un comentario