De pronto, el recuerdo de ti
De noche, algunas veces, cuando el aire
me trae algún recuerdo casi olvido,
pienso en los viejos días y releo
Y me parece entonces que regreso
a ese tiempo feliz, cuando tú eras
mi nombre y mi apellido y cada letra
corría por la sombra de tu cuerpo.
Fueron años de gloria. Era la dicha
un vino blanco helado, la belleza
de un libro en una siesta de verano,
la tormenta caliente de tu carne.
Y todo eso pasó como se pasan
los besos que no diste, la resaca
de cualquier borrachera en otros brazos
o estas noches de insomnios y neones.
Ahora, en este largo instante y yo, perdido,
cuando he malgastado mi última moneda,
recojo aquellos sueños como un niño
que ha encontrado, de pronto, sus juguetes.
Y te llamo. Te llamo sin remedio,
buscando entre la niebla del olvido
el tiempo en el que fuimos sangre y carne,
carne inmortal y eterna, enamorada.
(Que el recuerdo me envuelva con sus manos).
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