sábado, diciembre 20, 2025

Almacén CT & Cia

 El restaurante de pueblo que se volvió un imán de turistas con su menú de mar

Almacén CT & Cia está en Azcuénaga, un pequeño y retirado pueblo de 300 habitantes en el partido de San Andrés de Giles.

“En este lugar suceden cosas mágicas”, dice Lucas Coarasa en una de las mesas de su restaurante Almacén CT & Cia, en Azcuénaga, un pequeño y retirado pueblo de 300 habitantes en el partido de San Andrés de Giles. Pionera, la familia Coarasa logró imponerlo como destino gastronómico con una propuesta única: los sábados por la noche ofrecen un menú 100% con productos de mar.

La esquina, Casa Terrén y Compañía, data de 1885 y fue el antiguo almacén de ramos generales del pueblo. Por acá pasó toda la historia de esta localidad. Enfrente se ve la estación de tren (de 1880) por donde bajaba Julio Argentino Roca para pasar unos días en su estancia La Argentina y aquí se reunieron por última vez Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga. Hoy es un punto de encuentro de vecinos que venden sus artesanías y productos, panificados, conservas y recuerdos.

“Y pasan cosas mágicas”, vuelve a ratificar Coarasa. El actual restaurante, que siempre tuvo rango de pequeña fortaleza comercial y cultural en Azcuénaga, fue la locación que eligió Alberto Migré para sus novelas y para algunas que marcaron altos picos de rating en la televisión, como “La Extraña Dama” y “Ricos y Famosos”.

“Nos hace muy diferentes, ofrecer productos de mar en un pueblo donde el agua más cercana es la del río Areco”, cuenta Coarasa.

Todo se explica por los lazos familiares y el amor por generar una conexión con el terruño. De sangre aragonesa, el padre de Lucas era hijo de españoles de aquella región y se crio en el campo pero los veranos iba a Mar del Plata para probar paellas, mejillones, pescados y gambas al ajillo. Siempre iba el sábado a la noche. “En cada plato está nuestro padre”, dice Lucas.

El mar está a 500 kilómetros de distancia de este pueblo de calles de tierra y arboladas. Pero todos los jueves llega desde Mar del Plata la pesca del día y todo lo que se ofrecerá el sábado. “Todas aquellas personas de la zona que no pueden ir al mar, vienen, se transformó en un clásico”, dice Lucas. Nada más ilustrativo para proyectar el poder de fantasía que produce la cocina, y determinados productos que abren las puertas de los buenos recuerdos.

“Acá se apagan los celulares y se produce el encuentro, revalorizamos mucho la importancia de la sobremesa”, dice Lucas. El restaurante es un templo que le rinde culto a la amistad, pero también a la amabilidad en espacios. Todo es grande. Tiene varios salones, y una galería. Al igual que las porciones que se ven en las mesas, todo tiene una explicación, y es simple.

“Somos diez hermanos”, dice muy suelto Coarasa. Se ríe cuando recuerda las comidas de su madre. “Hacía una montaña de milanesas”, afirma. Su padre, fanático del mar, esperaba los veranos para ir a Mar del Plata y allí iban en caravana los diez hermanos, el matrimonio, con la asistencia de dos empleadas. “Papá se volvía loco por los mariscos y la comida de mar”, confiesa Coarasa.

Menú marino

“Todo eso nos lo transmitió a nosotros”, dice Coarasa. En el menú de los sábados, la esquina campera se vuelve marina. La carta es una oda al gusto familiar, y común a gran parte del gusto argentino con respecto al recetario de cantina portuaria. Picada de mar, con mejillones, camarones, cornalitos, calamarettis. Luego rabas, gambas al ajillo, y el soliloquio del Atlántico se cierra con camarones apanados y calamarettis doré.

Aunque es lo que lo vuelve diferente, el restaurante tiene un menú que ennoblece la cocina rural, guiso de mondongo de cordero, carré de cerdo, lasaña de cuatro pisos, sorrentinos de osobuco y salsa de hongos de pino, “asado de domingo” bife de chorizo y un soberano en la carta: el pernil de cerdo que lleva una cocción de diez horas, tesoros del recetario familiar. Nota aquí.







Javier Ruibal


 

Funambulista

 

Milo J

 Milo J en Vélez: una noche para cantar lo que duele

Entre emoción, raíces folklóricas y pulso urbano, el rapero de Morón debutó en el estadio de Liniers ante 50 mil personas con un show atravesado por la memoria, los afectos y una ambición artística que cruza generaciones.

Sentado en una silla de madera como en el living de su casa, Milo J mira al cielo y se emociona. Piensa en los que ya no están. Y no puede creer estar frente a 50 mil personas en un estadio de Vélez repleto que canta a los gritos cada una de sus canciones, incluso las del nuevo disco, La vida era más corta (2025). “Este es un momento especial porque voy a conectar con el cielo. Esta canción se la dedique a mi abuela Norma y tuve el honor de hacerla junto a Silvio”, dijo antes de “Luciérnagas”, una de las canciones más emotivas y profundas del disco. La misma emoción lo invadió un rato antes, cuando cantó “Niño”, un aire de chacarera que trata sobre la muerte, uno de sus tópicos de cabecera. En ese momento, el joven rapero y compositor de Morón no logró contener las lágrimas y la mitad de la canción la terminó cantando el público.

Entre la sensibilidad telúrica del folklore y el delirio del trap transcurrió el primer Vélez de Milo J –que repetirá este viernes- en la calurosa noche del jueves. Con una puesta escénica que evocaba el espíritu La Salamanca –una cueva mítica en el monte donde habitan brujas y demonios- y a las raíces de la música argentina, el músico abrió el recital con “Bajo de la piel”, una canción que habla sobre las cicatrices del tiempo y que dialoga tanto con los tambores rioplatenses como con los bombos del noroeste argentino. En ese cruce constante se encuentra la música de Milo J: una mezcla orgánica entre los ritmos y paisajes de este territorio y los sonidos e instrumentos de la música urbana. Un claro ejemplo fue la segunda canción, “Solifican12”, un carnavalito sintético que lo emparenta con la escena de folklore digital del sello ZZK.

En este punto se explica el amplio alcance generacional de su música. Si bien su obra predominantemente conecta con un público joven de su generación, también logra conmover a públicos de generaciones anteriores. En los rincones de Vélez, por ejemplo, se veían tanto niños de seis años con sus padres y madres como adolescentes de 18 a 25 años. Incluso una generación rockera pos 35 disfruta de la música del pibe de Morón. Con tres discos publicados, dos EPs y varias canciones sueltas, Milo J encontró una voz propia en la música argentina y sigue forjándose un camino que parece no tener techo. “No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy. Es uno de los días más felices de mi vida. No quiero llorar pero me está costando”, dijo antes de “Niño”. Nota aquí.







Luis Pastor


 

Tanxugueiras

 


Huerga & Fierro

 50 años de Huerga & Fierro: “Hay otros que editan con pajarita: nuestra apuesta ha sido la heterodoxia”

Charo Fierro y Antonio Huerga comenzaron a publicar desde un puesto en el Rastro madrileño antes de la Movida. En su catálogo: Leopoldo María Panero, Francisco Umbral, Fernando Savater, Ouka Leele y un largo etcétera.

Antonio Huerga (Cartagena, 69 años) era “un jipi melenudo, hablaba mucho, un encantador de serpientes”, según le recuerda Charo Fierro (Audanzas del Valle, León, 65 años). Fue hace 50 años, cuando le conoció y fundaron una editorial, por las fechas en las que murió Franco. Huerga, sentado al lado, sigue hablando mucho y encantando serpientes, ahora lleva el pelo corto, aunque todavía con un estilo new wave bastante chulo: “Entonces se produjo una explosión de creatividad e ideologías”, cuenta. En aquel caldo de cultivo contracultural y ácrata comenzaron como Ediciones Libertarias; desde los noventa son Huerga & Fierro Editores.

— ¿Son ustedes anarquistas?

—¡No se puede decir que uno es anarquista!— responden a coro, como si fuese algo que hubieran puntualizado miles de veces.— Se es o no se es, y en todo caso, eso te lo tienen que decir los demás.

La conexión entre ambos surge de un pueblo leonés, Audanzas del Valle, el pueblo de Fierro y del padre de Huerga, que iba a casa de la familia de Charo a regalar libros a sus hermanos. “Algunos autores que admiramos como Julio Llamazares, Antonio Colinas o Juan Carlos Mestre conocen el León bucólico, pero nosotros somos gente del páramo, de la tierra más árida”, dice Fierro con cierto orgullo. Pero su encuentro en carne y hueso sucedió en Madrid, entre la universidad y aquel Rastro de la época que se ha convertido en un lugar mitológico. “Entonces permitían vender libros en el suelo, libros combativos, como ahora hacen los top manta con otros productos”, cuenta Huerga. Se editaban panfletos y fanzines (al menos así se llamarían más tarde) como los que distribuían artistas como Ceesepe, El Hortelano o Agus. “¡O la Banda de Moebius!”, añade Fierro, en referencia a la pequeña editorial underground de la época. Luego, como todo el mundo, se iban a tomar algo a la cervecería La Bobia.

La Movida: no nos ponemos de acuerdo en si fue algo transgresor o una celebración del hedonismo neoliberal de los niños bien. “A mí la Movida me resultó bien, aunque tantos hayan renegado de ella”, zanja Huerga. “Ahora hay una mayoría de la juventud que no se implica en nada”, añade Fierro. Cuentan con verdadero horror que han recibido becarios que no conocen a Federico García Lorca.

Huerga y Fierro llevan cinco decenios editando, y no solo editando, sino manteniendo un proyecto de vida en común en el que han criado a cinco hijos. Uno de ellos, Óscar Antonio, trabaja en la editorial, otro, Antonio Benicio, tiene la suya propia: Los Libros del Mississippi. Pertenecen, por cierto, a la misma generación que otros proyectos que ahora cumplen el medio siglo, como la editorial de poesía Hiperión o la librería Rafael Alberti. Reciben en su sede, donde se amontonan los ejemplares y tienen espacio para eventos, cerca de la glorieta de Embajadores, Madrid. Allí cuentan su historia a dos voces que se interrumpen, se contradicen o se complementan, según el caso. Siguen peleando como una pequeña editorial independiente nacida antes de que se hablara tanto de independencia, que le da a todo, pero con especial cariño a la poesía. “Somos editores orquesta, sabemos ejercer en todos los puestos”, dice Fierro.

Se amontonan las anécdotas. Conocieron la piscina donde Paco Umbral arrojaba los libros que le disgustaban, en su dacha de Majadahonda. Asistieron a las tertulias de Agustín García Calvo, incluso antes de que se celebraran en el Ateneo, cuando eran en cafés como La Aurora o La Manuela. Presenciaron, el día que falleció, el cuerpo inerte de Juan Benet. Leopoldo María Panero se pasaba por su oficina, cuando estaba en la Gran Vía, compartiendo piso con la de British Airways. Todos ellos publicaron en su editorial. Panero, de hecho, les dejó un poemario póstumo, La mentira es una flor, antes de morir en 2020.

También fue crucial Fernando Savater, con hasta cinco libros, cuando navegaba las aguas libertarias. “Ahora no coincidimos ideológicamente con Savater, pero sigue siendo amigo: fue uno de nuestros grandes apoyos”, dicen. Eran otros tiempos: “Muchas veces no hacía falta ni contrato, hacíamos un acuerdo verbal”, recuerdan. Aquel era, claro, otro Madrid. “No había redes sociales, pero nos comunicábamos de puta madre”, dice Huerga, “antes venían a las cosas 200 personas, por el boca a oreja, ahora no juntas ni a 10”. Nota aquí.



Pasión Vega

 


David Tagger & Maggie Cullen

 

Amaia

 “Me encanta ser famosita, pero no famosa. Creo que no tendría la capacidad de sobrellevar mucha más popularidad”

La cantante, flamante embajadora de Tous, querría detener el tiempo. “Estoy en un momento perfecto”, dice. No exagera. Comenzará 2026 con una nueva gira, convierte en hits canciones antitemazos y no necesita apellidos. Si abrimos los ojos, Amaia es muy real

Pregunta. Precisamente el vídeo de Aralar es una conexión con sus raíces y con el folclore vasco.

Respuesta. Aunque la canción se llama así, la sierra de Aralar es solamente una inspiración para esta canción, que sirve para construir todo ese universo imaginario, tanto sonoro como visual. Siempre tengo Pamplona y Navarra muy presentes, siento mucha vinculación y cariño. El videoclip fue gracias a Daniel 2000 y a Olimpic, que es un estudio de animación y 3D que hace cosas increíbles. Me siento muy privilegiada de haber podido colaborar con ellos. Creo que es mi mejor videoclip.

P. Tan importante es su tierra que arranca su gira el 3 de enero en Pamplona, y la cierra el 20 de diciembre en su actual hogar, Barcelona.

R. Me hace mucha ilusión arrancar en mi ciudad. Cuando visualizo ese concierto, me emociono. Desde pequeña he soñado despierta cuando ponía una canción e imaginaba que la cantaba en alto delante de todo el colegio, ante todos los alumnos, el chico que te gusta… Ese sueño se ha hecho realidad.

P. Cuando la gente se quedó sin habla durante el comienzo de Tengo un pensamiento, demostró ser un público maravilloso que maneja además el humor, porque le hace muchos memes que usted integra en sus actuaciones.

R. Es gente muy respetuosa: cuando hay que callarse, se calla y cuando hay que animarse, se anima. Cada vez que empiezo Despedida, que es una canción que dedico a mi abuela, me gusta dar un pequeño discurso. Y el otro día, en un concierto antes de cantarla, me vino a la cabeza el meme que inmortaliza el momento en el que alguien gritó “¡Amaia, una alegre!” y lo comenté. A la gente le hizo muchísima gracia. En el escenario me gusta pensar que estoy con una amiga.

P. Con ese adiós ya ha vivido su primera muerte cercana. También ha experimentado su primer gran amor y desamor… ¿Le ayuda la música a asimilar lo vivido?

R. A veces es mi terapia y otras, no. En ocasiones, un día random, conectas con una emoción pasada. Todavía no he descubierto qué es lo que me inspira, pero cuando siento ese impulso de componer, la música sí es terapéutica, porque te das cuenta de que esa emoción no la estabas asimilando y al convertirla en canción, asumes y superas de alguna manera lo que tenías dentro. Eso es precioso. Otras veces no sale y se queda ahí esa emoción… ¡Pero ya saldrá!

P. Tengo un pensamiento no tiene madera de hit habitual. ¿Por qué ha llegado a tanta gente?

R. Salió poco antes de Navidad y cuadró en ese marco en el que la gente está más sensible. No es un villancico, pero en ese momento funcionó como tal. Es una canción muy sincera, de las que te salen un día aleatorio. La primera estrofa me salió del tirón; fue mágico. Nota aquí.



Fran Fernández

 


Laura Ordóñez

 

Ramón Serrano

 CINCUENTA AÑOS DESPUÉS

a Eduard Sindreu
Sentados en el bordillo de la noche
cayeron sobre nuestras cabezas
las luminosas estrellas
no eran meras palabras ni sombras envolventes
tampoco los olores de la fiesta
eran de entre las rosas las más bellas
por el asfalto los clochards
las prostitutas y los niños hambrientos
transcurrían las lágrimas
arrastrando sus pies las penas
del portal de la calle sale la Tere
nariz chata
ojos de pantera negra
fue tanta la luz irradiada
que en el Vietnam el día detuvo por unas horas
la noche en guerra
era el Poema iluminando a Teddy
sentada su juventud junto al Poeta
ambos Poetas como la vida misma sobre la piedra
las flores de la noche iluminaron las aceras
unas copas
unos versos
sus pétalos la luz inaccesible de la Tere
fulgor nocturno de las estrellas
hoy cincuenta años después todavía huelen
como las rosas más bellas.



Rafa Mora & Moncho Otero

Tute

 


viernes, diciembre 19, 2025

Robe Iniesta

 

Café de García

 Cafetines de Buenos Aires: la postal casi centenaria de Villa Devoto que tienta con fabada, sidra tirada y pan dulce todo el año

El Café de García abrió sus puertas en 1927, en la esquina de Sanabria y José Pedro Varela. La construcción pertenecía al matrimonio Metodio y Carolina García, que dejó su legado en manos de sus hijos Rubén y Hugo con la condición de que trabajaran juntos. La popularidad no paró de crecer, hasta llegar a oídos de su vecino más famoso, Diego Armando Maradona

En tiempos de redes sociales, influencers, tendencias, franquicias y emprendedores cool vengo a contarles que un café se parece a una postal. Similar a esas piezas de cartón que enviábamos a familiares por correo o comprábamos con la intención de congelar para siempre una imagen, recuerdo o sensación. Hoy presento un relato sobre una cafetería de Villa Devoto. Pero no de las tantas que abrieron en los últimos años. Es una que está próxima a celebrar su primer centenario. Se trata del Café de García. Una postal de barrio.

¿Por qué digo que el Café de García es una postal que narra la historia de Villa Devoto? Por lo siguiente. A ver si coinciden conmigo.

Hacia fines del siglo XIX, esto es 300 años después de la fundación de la ciudad, las tierras que en la actualidad ocupan el barrio de Villa Devoto se mantenían despobladas. Pertenecían al partido de San Martín y recién se incorporaron a la Capital Federal en 1888. Ese mismo año, Miguel Altube, heredero del terreno y residente en Pilar, se acercó hasta el centro de la ciudad para elevar una demanda frente a las empresas ferroviarias que habían ocupado ilegalmente parte de su propiedad. La segunda intención de Altube fue poner en venta la chacra. El potencial negocio llamó la atención del empresario genovés Antonio Devoto que presidía, por entonces, el Banco Inmobiliario dedicado a la compra y venta de terrenos. ¿Cuál fue el negocio que olfateó Don Devoto? El auge económico surgido a partir de 1880 que provocó una oleada inmigratoria sin precedentes.

Los recién llegados al puerto de Buenos Aires fueron instalándose en conventillos del Centro, cercanos a sus fuentes de trabajo. Pero a partir del desarrollo ferroviario y, sobre todo, los trazados de las líneas de tranvías, comenzó la mudanza de empleados que pudieron comprarse un terrenito en barrios alejados. Se organizaron remates y loteos. Sin embargo, la falta de control urbanístico —sumado a la especulación financiera que elevó a valores urbanos los lotes periféricos— asustó a los funcionarios municipales que suspendieron todo tipo de emprendimiento en marcha hasta que los desarrolladores no presentaran planos que incluyeran el diseño de calles y la creación de espacios verdes.

Este proceso se extendió entre 1890 hasta 1904. Villa Devoto, sin embargo, se fundó en 1889. ¿Justo un año antes de que comiencen las suspensiones? ¿Cómo obtuvieron la información y se adelantaron a la medida? Pues porque el directorio del Banco Inmobiliario estaba constituido por personas muy vinculadas al ámbito político y económico. Entre ellos, accionistas de empresas de tranvías, estancieros, concesionarios de líneas ferroviarias, ingenieros constructores y el mencionado Antonio Devoto.

En enero de 1889 Devoto recibió la oferta de venta de las tierras de Altube y organizó una recorrida por la zona donde observó —como fortaleza— la cercanía de las tierras con el pueblo de Belgrano, la construcción de la estación ferroviaria y el trazado del tranvía rural.

De inmediato le encargó el proyecto de la villa a los ingenieros Carlos Buschiazzo y José Poggi quienes plantearon un esquema que rompía con la histórica grilla española. Proyectaron una gran plaza céntrica atravesada por dos diagonales, las actuales avenidas Lincoln y Fernández de Enciso. Y con manzanas longitudinales, en lugar de cuadradas, para una mejor circulación y aprovechamiento de la superficie. Presentaron los planos al municipio y el 13 de abril —desde entonces fecha fundacional del barrio— el intendente de la ciudad, Guillermo Cranwell, los aprobó. En tiempos analógicos, un auténtico trámite express.

La creación del barrio, sin embargo, no provocó su rápida ocupación. La crisis económica de 1890 ralentizó el desarrollo del lugar que recién retomó impulso una década más tarde. ¿Qué otro hecho trascendente transformó al barrio? A principios del siglo XX el gran depósito distribuidor de agua corriente construido en 1894 sobre la Avenida Córdoba dio señales de agotamiento. En 1908 se elaboró un nuevo plan de abastecimiento con la construcción de dos nuevos depósitos de reserva en los dos puntos más altos de la ciudad: Caballito y Villa Devoto. El Depósito Villa Devoto se terminó de construir en 1917. Es un edificio de características palaciegas, de estilo neorrenacimiento francés, con revoque símil piedra y remate de mansarda. Se inauguró el 1 de diciembre de 1917. Solo diez años más tarde, a cien metros, nació el Café de García. Nota aquí.






Ana Belén


 

Angela Leiva, Rodrigo Tapari & Lito Vitale

 

Rodolfo Serrano

 Leyendo a Campoamor

Un silbido de tren en la alta noche.
Te imagino de pie en la ventanilla.
Quizás un cigarrillo entre los dedos.
(Eran días de tabaco y carbonilla).
Tú, perdida en los trenes de la noche,
deseada viajera de otro tiempo.
El agua golpeando los cristales
y luces de algún pueblo allá, a lo lejos.
Releo a Campoamor, El Tren Expreso,
y a mí me gustaría que tú fueras
la mujer del corazón hecho pedazos,
y yo fuera el poeta que te pone
su manta contra el frío en el regazo.
Mas esta noche ya no tengo nada
que me traiga el recuerdo de aquel tiempo.
Ese viaje en un tren que nunca hicimos
y del que tanto hablamos, ¿lo recuerdas?
No sé siquiera si tú habrás conseguido
un viaje como aquel que imaginamos.
Ni si habrás encontrado quien te abrace
mientras miras el agua en los cristales.
Mas te juro que, siempre que en la noche
oigo silbar un tren, vuelvo de nuevo
a ser el que una vez soñó venir
contigo de París en tren expreso.
Foto de Raul Cancio.



Mikel Erentxun


 

Miguel Campello

 

Rosana Torres

 Alterio no era de método, tampoco del método

El actor, recién fallecido a los 96 años, siempre lo dijo: “Mi método a la hora de abordar un trabajo es sudor y lágrimas”

Héctor Alterio llegó a Madrid en los años setenta cuando, amenazado de muerte por la Triple A, tuvo que huir de su Argentina natal. Pero pronto fue aceptado como uno más entre la profesión actoral madrileña, hasta el punto de que no llevaba ni un año en España cuando ya iba por los sitios donde entonces un actor conseguía trabajo. El café Gijón del Paseo de Recoletos y el Dolly de la calle Príncipe. Entonces no es que no hubiera móviles. No había forma de localizar a los actores, tan dados a pensiones y a brujulear por casa de amigos.

El espectador de teatro le descubrió en el reparto de Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga, de José María Rodríguez Méndez. A partir de ahí nunca renunció al teatro, donde se encontraba consigo mismo.

El recordado crítico teatral Eduardo Haro Tecglen, tan duro y certero siempre, se rindió ante Alterio tras ver en 2004 uno de sus trabajos más emblemáticos “Claudio es Héctor Alterio y es lo más impresionante del espectáculo”. Era sólo el primero de los elogios tras ver al actor protagonizando Yo, Claudio, de Robert Graves, bajo la dirección de José Carlos Plaza, profesional en cuyas manos se dejó caer en varias ocasiones Alterio, como en la brillante puesta en escena de La sonrisa etrusca, de José Luis Sampedro, en donde el actor y su partenaire, Julieta Serrano, brillaban con luz propia allá por 2012.

Otra de sus cumbres interpretativas la encontramos en 2009 con Dos menos, del francés Samuel Benchetrit, donde coincidió por primera vez en los escenarios con José Sacristán, con el que ya había compartido pantalla en varias ocasiones. Aquello fue un maravilloso duelo entre estos dos grandes y verlos en el escenario era uno de los grandes regalos a los que puede aspirar cualquier espectador de teatro que se precie.

Aunque también se pudo encontrar lo mismo en trabajos como El padre, de Florian Zeller, en 2016, o aquella puesta en escena argentina por los cuatro costados de El túnel de Ernesto Sábato. Sin olvidar propuestas insólitas como la que aceptó del Teatro de la Danza para representar, junto a Lola Greco, en Escorial, de Michel de Gelderode, a un rey absolutamente majareta que para Alterio estaba lleno de atractivas e inesperadas aristas para un actor.

También otro trabajo imposible de olvidar es el que realizó con Lola Herrera en la versión teatral (mucho mejor contada que la cinematográfica) de El estanque dorado, de Ernest Thompson, en 2013.

Pero entre sus muchísimos trabajos actorales es difícil olvidar una maravillosa interpretación que junto al gran actor Paco Casares hizo en 1992 en Los gatos, de Agustín Gómez Arcos, en una de las pocas piezas que se han representado de este autor ignorado y ninguneado en España y en la que se abordaba con ironía e inteligencia la intolerancia y la represión. Nota aquí.




Salvador Amor


 

Whisky Caravan

 

Martín Caparrós

 Martín Caparrós, distinguido como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara

La institución mexicana entrega la medalla al escritor y periodista argentino por su “compromiso ético e intelectual con la verdad, la memoria y la dignidad humana”

Son muchas las razones para distinguir a Martín Caparrós como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara (México). Algunas de ellas se expusieron esta tarde en un acto en el Instituto México en España (Madrid): “Su extraordinaria contribución al periodismo narrativo y a la literatura contemporánea”, o por su “compromiso ético e intelectual con la verdad, la memoria y la dignidad humana”. Por eso y por su trayectoria como escritor, cronista y ensayista, la institución mexicana entregó la medalla al autor de Ñamérica y El hambre. “Es una de las voces más relevantes del ámbito iberoamericano”, justifica la institución.

A Martín Caparrós le “faltó México en su vida”, dijo el escritor. El argentino “quería vivir allí en algún momento”. Por la inspiración que fue Carlos Fuentes para su primera novela o porque fue en ese país donde hace 45 años comenzó a dejarse su ya característico bigote.

La sala donde se celebró el acto, ubicada en la segunda planta del Instituto México en España (Madrid), acogió una exposición de unas 50 ilustraciones multicolor de México y a un grupo selecto de poco más de 30 personas. Entre ellas se encuentran periodistas y autores como Alex Grijelmo, el escritor mexicano Jorge Volpi y el exdirector de EL PAÍS, Javier Moreno. También asistieron amistades y familiares del homenajeado y algunos becarios de la Universidad de Guadalajara que a partir de hoy están “bajo su tutela”. Todos recibieron al argentino con un caluroso y sonoro aplauso.

De todas las razones que leyó Mara Robles, rectora en la Universidad de Guadalajara, Caparrós asintió a una en especial: “Es un sembrador de dudas”. Esa semilla es la que plantan cada año a los estudiantes, contó Robles, que inician escuchando las primeras líneas de El hambre: “Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. No hay nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre y, al mismo tiempo, para muchos de nosotros, nada más lejano que el hambre verdadera”. Esa lectura sorprendió y emocionó a Caparrós.

El Doctorado Honoris Causa es el título honorífico y el más importante galardón que otorga la Universidad de Guadalajara a personalidades “eminentes”. Ya sean mexicanos o extranjeros, con méritos “excepcionales” por sus contribuciones en cualquier campo del conocimiento, de las artes, o por la “destacada contribución de su vida y obra, a las causas más nobles de la humanidad”. Nota aquí.



Peridis


 

Kiko Veneno

 

Félix Maraña

 DÍA INTERNACIONAL DEL MIGRANTE

Primeros migrantes
El niño de Palestina,
si está su casa ocupada,
se marchará a otra posada,
donde recibir estima.
Por el miedo a que reprima
Herodes a los infantes,
sus padres, muy vigilantes,
procuran no dar señales
ni referencias censales:
Nacieron para migrantes.
Pero el viento de Levante
avisa que va a nacer
un niño que ha de tener
una misión importante.
Buscan para el nacimiento,
en un lugar de Belén,
invocando paz y bien,
un humilde asentamiento.
José parece contento
y María preocupada,
ha pasado la jornada
sin noticias de los cielos
y se deshace en anhelos
de joven mujer preñada.
Pero el viento del Levante
anuncia que va a nacer
un niño que va a tener
el estigma de emigrante.
Cumplir con lo prometido,
ante su prima Isabel,
y al arcángel Rafael,
pero teme a lo prohibido,
Herodes enfurecido
que les complique la vida.
Que tome alguna medida
contra todo forastero.
Y por eso el carpintero
prepara cauto la huida.
Porque el viento de Levante
espera al amanecer
porque un niño va a nacer
con encargo por delante.
Porque Herodes es muy bruto,
tipo rudo y despiadado,
que permanece enfadado,
sin conceder estatuto,
pues es hombre disoluto,
en contra del emigrante.
Pero el viento de Levante
avisa que va a nacer
un niño que al parecer
trae misión significante.



El Kanka

 


El Roto

 


jueves, diciembre 18, 2025

Maggie Cullen & Ivonne Guzmán

 

Revolver


 

Diego Manrique

 Jorge, Robe y la autopista al infierno

La necesidad de dinero tras el hundimiento del negocio discográfico y las demandas del ego explican la creciente longevidad de la vida laboral de los artistas

He seguido con fascinación el eco de los fallecimientos consecutivos de Jorge Martínez y Robe Iniesta. Por esta vez, no podemos quejarnos de que “nuestros muertos” hayan pasado desapercibidos: los medios se han volcado, aunque en algunos casos puede que no hayan entendido demasiado sobre su evolución artística (o la falta de evolución, algo especialmente trágico en el caso de Jorge, formidable artista encerrado por su propio mito de Bárbaro del Norte con Guitarra Fender).

En las redes, sin embargo, se han colado otras valoraciones. Algunos malajes sugieren que ellos se lo han buscado, que aceleraron su final por seguir la ruta del rock: reducen esa vía profesional a la caricatura de bacanales ininterrumpidas de alcohol, drogas ilegales y sexo sin protección. Resiste el poder de las leyendas, la inmovilidad de los tópicos, el rencor hacia los audaces. De fondo, susurran que dedicarse al rock y músicas adyacentes es una opción peligrosa.

Enseguida te sacan el comodín del Club de los 27: las desapariciones de Janis Joplin, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Jim Morrison, Brian Jones o Amy Winehouse a esa edad. Una teoría que intentan reforzar con la incorporación al elenco del bluesman Robert Johnson, de cuya muerte no se sabe nada y que ciertamente tenía una ruta laboral muy diferente. Son coincidencias muy llamativas pero estadísticamente banales, que se explican por una concatenación de circunstancias: ascenso rápido a la fama, fácil acceso a sustancias recreativas, relativa ausencia de redes de protección.

Actualmente, los músicos son muy conscientes de los riesgos gremiales. Sus managers, quiero pensar, también cuidan más de los artistas. Y el negocio toma precauciones. A ciertos niveles, por insistencia de las aseguradoras, se exigen chequeos médicos antes de una gira extensa. Keith Richards, no ciertamente el testigo más fiable, presumía que incluso llegó a recorrer Estados Unidos acompañado por unos agentes del FBI, que se aseguraban de que el material que consumía fuera de calidad. Difícil de creer pero sabemos que las tournées de The Rolling Stones movilizan cantidades millonarias.

Un estudio australiano de 2015 aseguraba que dedicarse a la música rock podía suponer una merma de 25 años, en comparación con la duración media de vidas más sedentarias y reguladas. Para algunos, puede resultar un consuelo saber que hay mayor riesgo de suicidios, muertes accidentales y homicidios en el hip-hop, tan marcado por las pandillas y las armas de fuego: recuerden los paralelismos entre las desapariciones de Notorious B.I.G. y Tupac Shakur.

Tengo mis dudas. La metodología del estudio parte de una base de datos extensa pero limitada a decesos llamativos, recogidos en los medios. Tampoco toma en cuenta los contrastes de estilos de vida entre tribus, que explicaría que la modesta ratio de suicidas en el blues se multiplique por ocho en la del universo del infinitamente más nutrido heavy metal.

La duración de las carreras de los artistas responde a las peculiaridades de cada género: el jazz, el folk, el blues toleran mejor la prolongación de la actividad, mientras que aún no tenemos clara la trayectoria de los practicantes de expresiones más recientes, como la música electrónica. ¿Y dónde encontrar los equivalentes de un Willie Nelson? Con 92 años, el tejano sigue grabando y actuando. Hasta Bob Dylan, mero octogenario, le mira con envidia. Nota aquí.




Rosalía

 

Leo García


 

Ramón Serrano

 CON RODOLFO

Tocayo de apellido y de recuerdos
consumidos juntos en la distancia
en la memoria que arde como el fuego
esta tarde viene triste como el vino
beber la misma copa del misterio
ayer las viejas calles del sahumerio
caminos empedrados de ilusiones
antiguas musicas hoy desesperadas
negra está la noche de luna nueva
ruta de elefantes al cementerio
¡Ay que vienen las sombras
pájaros negros !
¡Ay que viene la parca con su vuelo!
en el zaguán del cielo ángeles nos esperan
juntos por las estrellas
¡Qué consuelo!



Edgar Oceransky

 

Ferrán Exceso & Dani Tejedor


 

Juanlu Mora