viernes, febrero 03, 2023

Mario Vargas Llosa

 “No me arrepiento de nada”

El escritor hispanoperuano y premio Nobel recibe a ‘El País Semanal’ en su casa de Madrid y se confiesa sobre la literatura y la vida, a punto de ingresar en la Academia Francesa.

El escritor Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 86 años), premio Nobel de Literatura, recibe en una casa de espacios enormes, luz y libros. Es su famoso refugio de la calle de la Flora en el centro de Madrid, que el autor abandonó hace siete años para irse a vivir a una casa aún más famosa, la de la conocida como reina de corazones Isabel Preysler en Puerta de Hierro, también en Madrid. “La experiencia se vivió y ya está. Ya vuelvo a estar aquí, rodeado de mis libros”, dirá en medio de la entrevista, riendo como si hubiese regresado de Ítaca. “No me arrepiento de nada, absolutamente”, matiza acto seguido. El escritor de clásicos de la literatura universal como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo está de buen humor. Observa que el periodista pide vino y cambia su petición: él también quiere vino. La conversación se alarga una copa más, una hora y media en la que responde a todo o casi todo. El jueves 9 de febrero será uno de los días más importantes en la vida de Mario Vargas Llosa: entrará en la Academia Francesa; el primer escritor, desde su fundación en 1634 por el cardenal Richelieu, que lo hace sin obra original en lengua francesa. Un hito para quien tenía París como un sueño de juventud y Flaubert como un sueño de estilo.

A los académicos franceses los llaman inmortales.

Ser inmortal me parecería aburridísimo. Mañana, pasado, el infinito… No, es preferible morirse. Lo más tarde posible, pero morirse.

¿Piensa en la posteridad?

En la vida lo he hecho. Pienso en mis hijos, en mis nietos. Pero de mis libros no pienso nada.

¿De verdad no piensa: ‘Este libro se va a quedar para siempre, este otro también’?

Tengo libros que merecerían sobrevivirme, sí. Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo. Son dos libros en los que trabajé muchísimo. Pero yo no pienso en la muerte. ¿Qué ocurrirá con mi obra después de muerto? No lo sé, no estoy en esas.

¿En qué está?

En nada de eso. Lo que yo detesto es el deterioro. Las ruinas humanas. Es algo terrible, lo peor que podría pasarme. Por ejemplo, ahora tengo problemas de memoria. La memoria la tuve siempre muy lúcida. Recordaba las cosas, y noto cómo se ha empobrecido. Es inevitable: 86 años. Hay cosas que recuerdo más que otras, pero… Algunos nombres, por ejemplo: veo las caras, pero los nombres se me han perdido. Nota aquí.



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