jueves, febrero 23, 2023

Rodolfo Serrano

 Mereció la pena

Nada valió la pena. O pocas cosas:
Tus labios en la noche, una muchacha
en la playa dorada del verano.
Algún atardecer desde el Viaducto.
Tal vez un bar sin nombre en la autopista,
una canción nocturna por la radio,
o esa ciudad perdida en la memoria.
Y pocas, pocas cosas sobreviven:
Un verso que se clava en nuestro pecho,
la mirada de un niño, ese relámpago
que ilumina la noche en la tormenta,
el purísimo silencio de una iglesia
o el tacto milagroso de otra carne.
Esas cosas que siempre nos conmueven:
El sudor de dos cuerpos en un cuarto
de un motel en las afueras del olvido,
un tren de madrugada, un aeropuerto
con esa soledad de luces frías
o un viaje a una ciudad desconocida.
Todo eso, las cosas que un día fueron
-pequeñas, sin apenas importancia-
se quedan para siempre en nuestras almas,
nos salvan del olvido y la derrota,
nos hacen inmortales -como héroes
que ganaron la gloria sin buscarla-
y guardan cada noche nuestros sueños.
Foto de Raul Cancio.



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